Capítulo 8

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Capítulo 8

Son las doce de la noche del mismo día.

Ese día, a David se le había hecho tardísimo. Había mucha faena en el banco después de aquel robo de más de cincuenta mil dólares. Lo habían dejado completamente liquidado y sin economía. Por eso y más, había despedido y embargado a varios de sus trabajadores. Entre ellos... Sara.

Bajo de su precioso Audi. Negro y polarizado. Lo cuidaba más que su propia vida. Cerró delicadamente las puertas de este y se aseguró de colocarle la seguridad por dentro. Caminó lentamente hasta las puertas de su moderno edificio. A pesar de la zona, New York no era seguro en ninguna parte después de las doce. Entonces camina, camina más... y siente que alguien camina detrás de él. Se voltea, no hay nada. Vuelve a caminar con más seguridad, y voltea tratando de hallar lo que había atrás de él, pero no hay nada de nuevo. Está a punto de llegar a las puertas de su edificio, cuando escucha el fuerte golpe de un bate de beisbol golpear una de las puertas de su Audi. Hay alguien ahí.

- ¡Joder! - se quejó David. Se puso las manos en la cabeza. - ¡¿pero qué co.ño te pasa im.bécil?! - gritó. Cameron detuvo el bate y lo hizo chocar contra el piso. Miró a David, es un cabrón. Y le tiene miedo. Eso le gusta.

Otro golpe más. Esta vez en el parabrisas. David abrió los ojos, están golpeando su jodido auto. Un tipo vestido de negro y con pasamontañas.

- ¡Basta! - corre hasta su auto desesperado.

- ¿Sabes que co.ño me pasa? - le preguntó Cameron, levantó el bate y golpeó una vez más el parabrisas del auto. Este reventó en pedazos sobre los asientos. - ¿quieres saberlo? - le preguntó gritando. Golpeó una vez más. David cerró los ojos con fuerza.

- ¿Quieres dinero? - le preguntó el rubio, sacó su billetera completamente desesperado.

- Devuélvele el jodido trabajo a Sara Peterson. - le dijo Cameron, apretando con fuerza el bate. - devuélveselo, o serás tú quién termine como tu jodido auto.

Golpeó una vez más. Las puertas del Audi quedaron abolladas por completo. Y de pronto, un golpe por detrás directo a las piernas de David. Este cayó al suelo de inmediato forzado por la inercia. Se quejó en el suelo... y cuando pudo abrir los ojos... él ya no estaba.

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