El sol, calienta su rostro, lo siente pero no le importa. La gente pasa a su lado, viendo como ignorando.
Esta sentado con la mirada en las sombras que pasan, viendo pero sin ver. Sus mirada esta mas allá. Más allá de las siluetas de la gente. El ruido lo escucha sin escucharlo.
¿Dónde está?
Ni él lo sabe ni le interesa encontrar la respuesta, siente sin sentir los rayos del sol, escucha el bullicio de la gente sin escuchar, ve sin ver... entonces ¿que eres?
Es lo mismo porque ni lo sabe ni tampoco lo piensa.
Su compañía yace a algunos pasos lejos con un cartel y un aspecto más horrible o igual que el. En su letrero afirma la llegada del fin. La voz de el llega a sus oídos, proclamando lo que está escrito en el sucio cartel, los que pasan se ríen y se burlan pero él no interviene, observa desde lejos... desde el sucio suelo frio de la acerca. Algunos empujan o lo agreden e igual sigue en el piso.
Antes, hace muchos años que en su mente parecen siglos, capas hubiera defendido a su amigo pero ahora... ¿Cómo lo haría?
No lo sabe como lo demás, no siente nada a ver aquel espectáculo ni culpa ni impotencia solo está ahí presenciando sin más... mirando sin mirar.
Ya no siente y ya no le importa, su compañía se acerca con un olor horrible pero ya es costumbre y sospecha que el está igual o peor. No le interesa, se le acerca y se acuclilla para estar a su altura.
Sus ojos verdosos brillosos a pesar de todo contrastan fuertemente con los suyos vacios y aburridos.
— ¿Me invitas? — señala regalándole una sonrisa con un labio partido.
Sonríe con desgane con el no tenia que sonreír en modo automático como lo hacía antes como si todo fuera luz y alegría. Con él podía estar en su verdadero estado y no le importaba ni le importara. Cada uno lidiaba con sus puñales y no necesitaban más que la compañía del otro.
Con su mano que solía ser de piel blanca ahora ante su vista oscura yace negra, consumida por la suciedad y áspera. Agarra una de las latas de cerveza del pack de seis que descasan a su lado izquierdo, siente el frio de esta colarse por su piel cansada y se la entrega.
Ambos quedan hombro con hombro, cada uno en sus mundos, encerrados en su realidad y hostigados por ellas mientras la gente pasa. Ninguno es adivino pero sabían lo que la mayoría pensaba de ellos al verlos ahí cuales basuras en la acera.
Dirían que son escoria humana, vagos y ladrones. Que no saben vivir o pobres miserables que no aprovecharon la oportunidad de tener algo mejor. Pero bien se sabía la verdad ignorada que en realidad ellos son el resultado de una sociedad cuadrada donde un círculo no cabe. Donde el diferente es empujado, golpeado y apuñalado terminando igual a un cuadrado o un deforme. Ellos fueron apartados por la sociedad con sus reglas y normas, han preferido no tener nada y seguir siendo ellos que a vivir en el universo recto y aburrido que es la sociedad.
Ellos... galaxias con mundos y pensamientos únicos como todos que apagaron los suyos y caminan ignorándolos. Ellos no aceptaron las burdas normas ni las reglas egoístas de la sociedad e hicieron su camino aunque se estacaron y otros mueren sin haberlo intentado.
Un niño cruza la avenida, soltando el agarre de la mano de su madre cruza con alergia la infestación de autos, quienes a pesar del infante no van a parar porque les importa más su trabajo que el pobre niño que persigue su pelota de tenis.
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En la calle
Short StorySu compañía yace algunos pasos lejos con un cartel y un aspecto más horrible o igual que el. En su letrero afirma la llegada del fin. La voz de el llega a sus oídos, proclamando lo que está escrito en el sucio cartel, los que pasan se ríen y se bur...