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✺PAPER PLANES✺

Capítulo único: Aviones de Papel (Rivamika)

En este mundo cruel, a través de esas terribles y gruesas rejas existía un prisionero con el cual solo me podía comunicar por aviones de papel.

Aún no recuerdo muy bien cuando nos vimos por primera vez, ni cuando empezamos con este absurdo juego de niños; pero lo que si recuerdo es esa pequeña sonrisa que aparece en tus labios cada vez que recibes una carta mía. No me importa lo poco que dure, me encanta ver esa sonrisa.

Todos los días me escapo del hospital para venir a verte y darte una carta, cada vez que mi padre y mi hermano se van a trabajar aprovecho para estar contigo y empezar con este juego de niños.

Ni si quiera sé tu nombre, ni si quiera he oído tu voz, lo único que me logra conectar contigo son estas absurdas cartas con gran significado.

¿Sentirás lo mismo que yo cuándo las lees? ¿O es qué acaso solo disfrutas la idea de que una Alemana este tan interesada en un judío?

Mi padre me ha explicado muy bien lo peligrosa que es tu raza, no soy inocente, ni mucho menos tonta. Todo esto está mal, todos somos personas, tanto tú como yo...

Esta guerra está mal. Esta guerra está podrida.

Veo como olfateas el papel que acabo de mandarte y sonríes muy levemente para abrir la carta y leer su contenido, rápidamente me miras y asientes para lanzarme tu avión.

Lo atrapo y lo abro velozmente.

Mi sonrisa se borra de inmediato.

¿Has visto a mi madre?

¿Cuál de todas las mujeres que vi será?

Niego de inmediato y escucho el sonido de la bocina de un tren. Era hora de regresar al hospital antes de que mi padre se dé cuenta de que he venido aquí.

¿Cómo decirle a ese chico lo que le hacen a las mujeres de su clase? ¿Cómo decirle que mi padre es el responsable de que la mayoría de mujeres desaparezcan de aquella zona enrejada?

Cierro mis ojos y me recuesto en mi cama para respirar agitada, he olvidado colocarme la mascarilla de oxígeno.

—¡Mikasa! —Grita mi hermano colocándomela—. ¿¡Qué pasó!? ¿¡Por qué te quitaste la mascarilla!?

—Solo quise ir al baño...

—¡Pudiste llamar a la enfermera! ¡Sabes que no puedes hacer las cosas por ti sola!

La sinceridad duele como mil cuchillos y pensar que antes yo era mucho más ágil y fuerte que ese renegón y debilucho el cual ahora es la mano derecha de mi padre, y pensar que antes yo era la que ayudaba a mi padre con los judíos...

¿Y que estoy haciendo ahora?

Tomó las últimas fuerzas que tengo para ir a visitar a uno todos los días simplemente para entregarle una carta que no dice más de veinte palabras.

—Tu pulso está acelerado... ¡Doctora, Historia!

—No es necesario, Eren. Estoy bien.

De inmediato la chica mencionada apareció en escena, la novia de mi hermano.

Aunque este se tomaba muy en serio su papel de doctora.

Ella era una hermosa mujer de veintidós años, su cabello era rubio, tanto que se parecía al sol; sus labios parecían pequeñas fresas y sus ojos dos pequeños océanos.

Aun no entiendo cómo es que mi hermano había logrado enamorarla siendo ella tan profesional.

La chica tenía seis meses de embarazo y Eren aún la llamaba igual desde el primer día que la conoció: Doctora.