• Capítulo Dos.

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Hola, yo soy Elsa Thopsom y bienvenida a mi vida, soy una chica de ciudad. Vivo con mis padres. Soy hija unica y eso tiene algunas ventajas. Estudió el último grado de preparatoria y actualmente vivo en un pequeño pero acogedor departamento, que esta repleto de cuadros. Si mi pasion es el arte, toda mi casa esta llena de cuadros y pintura por todo el piso no me molesta, en unos meses cumpliré 18 años. Aunque mi vida siempre estuvo lleno de caprichos, se mantener los pies sobre el suelo.

Ahora estoy dándome una ducha, después de haber dejado todo mi pantalón lleno de pintura, busque en mi closet algo lindo ya que iría a ver a una amiga. (Foto multimedia) salí de mi habitación colocándome los tacones, tome mis llaves y sali entrando al elevador, aproveché para maquillarme un poco en el espejo y sali resonando los tacones en el blanco y liso piso del edificio.

- Buenos dias, Elsa. - mire a la señora del la recepcion.

- Buenos dias, Sofía. - sonrei salí y entre a mi auto, puse marcha. Hoy quede de verme con mi mejor amiga, ya que ella tiene algo importante que decirme.

Al llegar, baje y acomode mi vestido que se había subido un poco. Entre y mire a todos lados distingui su cabellera rizada cerca de la ventana me acerqué y toque su hombro. Ella giró y sonrio.

- Hola. - me acerqué y nos saludamos con un beso en la mejilla.

- Hola. - camine a la otra silla tome asiento y deje mi teléfono sobre la mesa. - bien ¿Que es eso "importante" que tienes que decirme?.

- No se como decírtelo. - sonrio. - ¿Recuerdas el proyecto en el que estoy trabajando? - asenti.

- Si, ese de ayudar a las comunidades sin recursos económicos. - la señale.

- Exacto. Bueno ayer me llegó una noticia...,lo aprobaron. - Yo abrí mis ojos.

- Vaya, Felicidades. - me levante y la abrase.

- Gracias, si no hubiera sido por ti no hubiera hecho esto realidad. - sonreí.

- Fue tu trabajo, yo sólo se lo mostré a los inversionistas. -

- Pero también fue tu trabajo. - ella tomó mi mano. - Es una buena ocasión para brindar. - ella hiso una señal y llegó un camarero. - una botella de vino tinto.

El camarero asintió, y me miro yo levanté la mirada y el me sonrio yo igual. Después pase mi mirada a Mérida quien tenía una sonrisa de lado.

- ¿Qué? - pregunte mirando la carta.

- No existe un sólo lugar donde los chicos no te miren así. - señaló al chico.

Yo reí y espere a que trajeran la botella tenía demaciada sed, minutos después llegó y sirvió las dos copas. Al marcharse me dejo a un lado una servilleta la tome y mire que adentro estaba escrito algo. Al desdoblar el papel mire que adentro tenía su número.

- Mira. - extendi el papel y Mérida tragó.

- Te lo dije. - volvió a tomar de su copa.

Yo hice lo mismo, después guarde el papel y charlamos un rato. Después salimos, mire por última vez al camarero y le sonrei. Entramos a mi auto y fuimos al centro comercial.

Mirábamos vestidos, mientras Mérida se probaba un vestido azul, y uno amarillo y uno verde y otro tras otro. Yo sólo le daba mi opinión. Salio del vestidor con un vestido rojo de brillo, quede asombrada.

- Ese, ese te queda hermoso. - lo señale y junte mis manos sonriendo.

- ¿En cerio? Pues a mi tambien me gusta. - giro para verse en el espejo.

- Bien, ese será. - sonreimos y salimos para pagarlo, despues de un rato termine comprando unos tacones y un pequeño suéter, volvimos a subir a mi auto y conduci a su casa.

Al bajar ella se detuvo para decirme algo.

- No se te olvide, hoy a las ocho. - Me señaló.

- Hoy, si lo tengo muy bien grabado. -

- ¡Perfecto! Te veo en la noche. - me despedi y volvi a conducir a mi casa, al llegar deje las compras sobre el sillon y fui a mi habitacion.

Me den caer sobre las sabanas y deje el mundo atrás.

¿Yo, Princesa? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora