p a r t e ú n i c a

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«Omnisciente»

Era de noche, las calles estaban vacías y llovía mucho. Truenos y relámpagos junto a nubes grises adornaban lo que antes era un cielo estrellado.

Yoongi estaba en su casa y dormía sin ningún problema en su cama junto a un peluche que uno de sus amigos, le había regalado unas semanas atrás para su cumpleaños.

Jimin, en cambio, estaba oculto bajo las cobijas de su cama. La tormenta no lo dejaba dormir en paz. Estiró su brazo, y con su regordeta mano tomó su celular que estaba en su mesa de noche para comenzar a escribirle a su mejor amigo Yoongi. Serca de él, se sentía protegido, entonces no había mejor idea que decirle que venga.

«Yoongi»

Estaba durmiendo plácidamente en mi hermosa y preciada cama, cuando mi celular comienza a sonar. A quien se le ocurre despertar a Min Yoongi? Si, a Jimin. Que querrá el cachetón a las tres de la mañana?

Desbloquee mi celular para entrar en whatsapp.

Jimin

Hyung

Yoongi!

Min!

Hyung

Min Yoongi

Yoongi

Que pasa Jimin

Estaba durmiendo

Más te vale que sea importante, mocoso

Jimin

Esta lloviendo

Yoongi

Sí y que?

Jimin

No puedo dormir, tengo miedo a las tormentas

Podría venir a hacerme compañía?

Por favor hyung

Porfi!

Si quiere mañana le preparo el desayuno

Yoongi

Ok, pero más te vale cumplir


Me levanté y me vestí, ya que estaba solo en remera y boxers. No iba a ir caminando a esta hora y tampoco quería tomar el transporte público, así que tome un taxi hasta la casa de Jimin

Llegué a la casa de Park y toqué el timbre. Pronto vi que la puerta se abría y que dejaba ver al cachetón que había detrás, dió pasitos rápidos hacia mí y me abrazó por la cintura, escondió su cara en mi pecho y esbozó un "Gracias hyung".

El menor se separó de mi y cerré la puerta con llave. Caminamos uno al lado del otro rumbo a la habitación de Jimin, pero en la mitad del camino, el ruido de un relámpago hizo que el pelirosa saltará del susto y me abrazara.

No puedo creer lo que estoy a punto de hacer.

-Ven aquí Minnie- lo cargue como a un niño, poniendo sus piernas al rededor de mi cintura y sus brazos en mi cuello. El escondió su cara en mi cuello, estaba temblando, así que acaricié su espalda para que se calmara- está bien Jimin, Yoongi hyung está contigo, nada malo va a pasarte

Caminé cargando al chico de manos rechonchas hasta su habitación, en donde intenté bajarlo, pero él solo se aferró más a mi.

- Jimin, deja que me quite algo de ropa para dormir, estoy muy abrigado- el menor soltó el agarre y lo bajé en su cama.

Me quité la campera inflable, bufanda y todo lo que tenía hasta quedar solo en remera y boxers. Doble mi ropa y la puse en la silla del escritorio.

Me acerqué a Jimin, quien estaba levemente sonrojado y le dije que se acostara. Y así lo hizo para que yo por fin pueda arroparlo.

- Donde hay mantas?- lo miré

- Para qué una manta Yoongi?- río leve

- Voy a dormir en la silla- dije en un tono obvio

- Duerma conmigo, hyung

- Estás seguro?- lo miré dudoso

- Si, apague la luz de ahí arriba- señala la luz de la lámpara del techo- y venga

Y así lo hice, fui hasta donde estaba la puerta y toqué el interruptor que se encontraba cerca de ahí. Volví con Jimin, quien me hizo lugar en su cama, lugar donde me acosté.

Estábamos frente a frente mientras yo le daba la espalda a la pared. Otro relámpago hizo que Jimin se asustara y se hiciera una bolita cuando se había dado vuelta para apagar la lámpara de la mesa de noche. Me pegué más a él, me estiré para apagar la luz y finalmente lo abracé.

- Vamos Jimin, es solo una tormenta- acaricié su brazo- después de cada tormenta hay un bonito arcoiris- y se acurrucó en mi pecho.

Acaricié su espalda y él me abrazó por la cintura, metió una pierna entre las mías y la otra por encima.

- Hyung- me llamó con un tono de voz demasiado tierno - me contaría un cuento?- lo miré- Jin hyung me susurra cuentos

- por qué no llamaste a Jin?

- Siempre lo llamo, pero cerca suyo me siento más protegido- río leve, sonrojandose

- Bueno, si quieres susurro cosas... Pero no cuentos, no soy bueno en eso- el asintió

- Pero no pare de acariciarme la espalda por favor- volvió a acurrucarse

-Bueno- comencé a susurrar y a acariciar su espalda- vamos a contar ovejitas si quieres

- Como quiera

- Una ovejita, dos ovejitas, tres ovejitas, cuatro ovejitas, cinco ovejitas...

Seguí contando ovejitas hasta llegar a ochenta y Jimin se durmió. Emitía sonidos guturales, se movía para acomodarse hasta que encontró una posición comoda y de vez en cuando sentía su nariz arrugarse cuando dejaba de acariciar su espalda, demasiado tierno.

Yo solo cerré los ojos y caí en los brazos de Morfeo.

Miedo «y.m»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora