I

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La universidad nunca había sido tan difícil, finales; aroma a estrés y graduaciones a la vuelta de la esquina. Él joven ameriasiático apenas si se dio cuenta cuando la mañana asaltó entre sus cortinas, había dormido nada.

Encadenado a esto, su desayuno fue remotamente inexistente, maldiciendo a su hermano al saber con firmeza que no le despertó, vaya coincidencia. La moto excedió la velocidad apropiada para el asfalto, la gente no entendía que debía retirarse del camino si querían seguir su rumbo. Sin ser perjudicados por el desesperado muchacho.

Dando un ejemplo justo ahora, una señora con una carriola que hablaba por teléfono mientras asumía la tranquilidad de una concurrida intersección. Hamada no lo vio venir, pues venía destilando velocidad.

Giró la moto –como alternativa a un incidente- en un ángulo cerrado, impreso en peligro. Volteó su cabeza a la mujer que burlonamente había avanzado a tiempo, vaya. No le hubiera hecho daño si hubiese seguido su rumbo normal.

Jamás hubiera sufrido el 'accidente'.

–¡Cuidado! – consiguió gritar toneladas de culpa más tarde, acababa de arrollar a un hombre en la acera.

Claro, una motocicleta no sería capaz de dañar mucho, pero arrancar una que otra fractura y los gritos de dolor de un inocente sí, vaya dilema. Se bajó apurado luego de sufrir un trauma en microsegundos. La pared, el hombre, los gritos, la acera.

Un quejido de dolor que pronto se convirtieron en gritos.

–¡Ira nomás lo que me hiciste mocoso! – Hamada se sostuvo con mareo la cabeza, alzando la vista para enterarse de que el hombre estaba tirado aun en el piso, con su brazo izquierdo rezando anormalidad.

–¡Lo siento! – chilló gateando hasta él –En serio, lo lamento, no lo vi...

–¡Dime algo que no sepa!

–¿Puedo ayudarlo a levantarse?– lo tomó del brazo que no aparentaba estar herido, para luego erguirse junto con él –El medico no queda muy lejos, quizá si-

–Voy retrasado a un evento, chamaco– valoró el otro, tragándose las lágrimas del dolor – No tengo tiempo para mariconear por un accidente.

El balde de realidad se derramó sobre el japonés con tensión, él también iba tarde a su escuela, si no llegaba a tiempo no lo dejarían presentar avances, injustamente la suerte le jugó su partida.

–¡Tengo un proyecto de robótica que podría ayudarte! Está en mi universidad, no queda muy lejos. Yo te llevo.

–¡Ots! Que no, ya te dije que tengo otras cosas que hacer mijo.

Ambos vieron con horror como la chaqueta del más alto se iba impregnando en un líquido obscuro atravesando la tela. Sangre. El propietario figuró desmayarse, por no tratarse de Hamada quien lo sostuvo.

–Por favor, esto es mi culpa– pidió Tadashi mordiendo el poco tiempo que le quedaba, no podía gastarlo más.

–Arre pues, pero tú pagas la consulta – se agachó por algunas partituras del suelo, que quedaron regadas luego del accidente –Mira que lángaro.

.

Los grandes vidrios atravesaron la vista de Rivera, era casi inspirador estar en un ambiente tan distinto, (como en esas películas de fantasía que tanto le gustaban a su sobrino Miguel) analizó todo lo mejor que pudo los primeros segundos, luego el dolor no lo dejó pensar más.

Tadashi avanzaba rápido y con extremo conocimiento sobre los pasillos sin siquiera dirigirle la palabra, –qué educación. Él solo atinaba a seguirlo sosteniendo con sufrimiento su fracturado brazo, estaba hecho un lío.

-. Debido a un Accidente.- (Héctashi, Higuel, Kuguel)Where stories live. Discover now