Louann siempre soñaba con la noche en que la luz de los ojos de su madre desapareció.
Cada vez que deseaba descansar su cuerpo y mente, recordaba cada detalle de aquella noche.
Era una gélida noche, un 7 de septiembre. A pesar de ser primavera, la noche arrasaba con el ambiente con el duro frío. Su madre había presentado contracciones, pero ésta pensaba que eran unas de las que iban a pasar o con el tiempo o con algunos tragos e agua y calma.
Sin embargo, su madre tenía miedo que estuviese equivicada, y no era la única, Clare y Louann la atendía incesablemente sin importar el hecho de que eran las 3 a.m.
Su madre trataba de esconder el miedo, pero de todas formas, todo su esfuerzo era en vano.
Su madre sudaba y sus cabellos negros se pegaban a su cuello mientras respiraba lentamente, aprovechando cada aliento.
Ni Clare, ni Louann sabían bien lo que iba a pasar, y a ambas les temblaban las manos y se mordían las uñas sin ningún rastro de sueño en sus caras, pero si el cansancio en su cuerpo.
Su padre estaba durmiendo plácidamente, mientras que su madre soltaba unos pequeños gritos de dolor.
Louann no pudo aguantar más oir los chillidos de su madre, sentía sus mejillas calientes debido a la furia. Se levantó del sillón bruscamente, firme, sin rastro de duda, movida por el miedo de perder a su madre y el odio hacia su padre.
Al entrar al cuarto oscuro, gritó y llamó la atención de su padre.
- YA LEVANTATE! ACASO NO ESCUCHAS LOS QUEJIDOS DE MAMÁ?! No entiendes que está en peligro y tu no tienes las ganas de ayudarla. Te traerá un hijo al mundo y no haces nada?!
- Ya deja el drama. En seguida iremos al hospital y todo terminará en lo mismo, una falsa alarma. - dijo su padre levantándose de su cama, y flexionando sus brazos y moviendo lentamente su cuello.
Louann salió del cuarto a paso veloz, le sudaban las manos y sentía su garganta seca. Miró a su madre con delicadeza.
- Estaras bien. - dijo aunque lo que ella creia era totalmente diferente con lo que acabab de decir. Y su graganta no podria soportar decir ota mentira hacia su madre.
A pesar de ser una noche tranquila para muchos, para Louann era totalmente diferente. Se mordía la mejilla desde adentro para calmar sus nervios, haciendo gestos graciosos, pero su mirada cambiaba todo en su expresion. Los ojos estaban dominados por el miedo y la confusión. Louann amaba el olor de la noche lluviosa, era su debilidad para relajarse,y eso la consolaba enormemente en un momento tan peligroso.
Al llegar al hospital, unos doctores con bata blanca los atendieron, pusieron con cuidado a su madre que todavia gritaba de dolor y empezaba a sangrar. Louann no pudo evitar no soltar la mano de su madre mientras estaba en la camilla, su madre estaba devastada, pero no tanto como lo estaba Louann o su hermana.
Entonces, su madre la miro a los ojos. Y de repente lo supo, ya no era mas que un simple presentimiento, era como la sensacion de saber, conocer el futuro, pero no poder cambiarlo. Los ojos de su madre lo decia todo. Era el final del camino en este mundo para ella. Era el final de su rol como madre. Era la ultima vez en que la vería. La luz apagada poco a poco lo decia, era como grietas en el cristal de sus ojos, que pronto se romperian, dejando derramar la vida, vida perdida.
El corazon de Louann dejó de palpitar por un momento, o eso fue lo que ella sintió. Rota por dentro, sus pies dejaron de avanzar, dejandola atrás, junto con la esperanza.
La respiracion era lenta, al igual que todo a su alrededor,vio a su hermana tomando asiento, poniendo su cabeza entre sus manos y tapando su rostro con su cabello, probablemente llorando. Su padre, encaminándose a la puerta de salida, sacando de su bolsillo trasero una cajetilla de cigarrilos medio vacía. Las enfermeras estaban mas alteradas que todos los demás. Corriendo de un lado a otro.
Pero en medio del caos, Louann vio el reloj en la pared, a lado de la enfeemera detras del escritorio de atención. Miró, observó las manijas del reloj. Pensar que el tiempo se escurre y desparece como la vida. Pensar que la vida se desaparece en un segundo, en un parpadeo, en un ultimo aliento.
Louann no tuvo la noción del tiempo, solo se quedó hipnotizada por los movimientos perfectos del reloj, pensando en lo perfectos que deben de ser los engranes. Pero de repente, sintió un escalofrio abriendose paso en su espalda. Y un aire penoso con aroma a muerte. Era su madre.
Abrió su boca y luego llevó sus manos a su cara para taparla, y las lagrimas se acumulaban en sus ojos, listas para salir, y derrumbar la poca fé que le queda a Louann. Pero a pesar de que ella no soportaba esa sensacion, nadie mas la sentía, ni su hermana, ni su padre. Pero ella sí. Ella estaba sintiendo la muerte de su madre en su ser. Sintió el dolor antes de saberlo. Golpeada por toneladas de realidad, solo corrió. Corrió como si su vida dependiese de eso, corrió como si ella viviera de eso, corrió como si fuera capaz de escapar de la muerte y llevarse consigo a su madre. Corrió por segundos, minutos, horas. Hasta que el cansancio y el aire frío le desgarren la garganta y las piernas, y hasta que la muerte le de una probada de su acido sabor, y la realidad, la pueda alcanzar. Sin importar cuan lejos vaya, o cuan rapido, o cuantas casas cuente, o cuántas luces se vean distorcionadas por las lagrimas acumuladas en sus ojos,negandose a salir. Pero la fuerza de voluntad no la paró, fue el suelo. Tuve que caer para poder detenerse. Y en cierta manera, parte de ella se detuvo en esa gélida calle, ese 7 de septiembre, se detuvo, esperando ser encontrada, esperando ser salvada de sus propios demonios, de sus propios recuerdos.
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Lágrimas bajo la lluvia
AdventureLouann no vivía una vida perfecta, tampoco una vida feliz, pero nunca pudo llegar a imaginar la causa de la destrucción de esta. Tendría que aprender a proteger a sus seres queridos, y a ella misma para poder sobrevivir en el cruel mundo que se ha...