3. Una nueva vida

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-¡quédate conmigo!- gritaba ese pobre hombre; estaba muy angustiado por esa mujer.

Muerte se encontraba en el hospital haciendo su trabajo, sus inuadogos iban de aquí para allá, ese día estaban atareados. El se encontraba en una habitación donde también estaba un hombre joven y una anciana, ya muy deteriorada y sin fuerzas, le había llegado la hora.

-quédate- le decía el hombre pero, ya había pasado mucho. El día que le tocaba morir el hospital le quitó la oportunidad a muerte; ya habían sido 4 veces qué pasó eso, la pobre señora ya no podía más, así que, Muerte agarró de la mano a la anciana, aunque no en físico, más bien agarró de la mano el alma de la anciana y se la llevó. Se estaban viendo fijamente cuando la señora pasada de edad le dijo: al fin viniste por mí.

Se notaba que estaba contenta, pero no se podía decir lo mismo de su hijo quien había empezado a llorar. Tan angustiado se encontraba, que no se dio cuenta que su madre sonrió antes de dejar el mundo.

-Sabrás por donde ir- dijo Muerte para darle confianza, en realidad un Inuadogo la guiaría

Todas las almas se iban al Auzem, lugar donde se decidía si habían sido buenas o malas y según lo que pasara llegaban a otro sitio, que Muerte no conocía del todo. Era una división del mismo mundo, uno era lindo, el otro no. El podía ir fácilmente pero no se sentía cómodo. También pasaba que las almas decidían quedarse un rato rondando sin pasar al Auzem, algunas de ellas, se pierden y ya no pueden volver más, exceptuando cuando Muerte o alguno de los Inuadogos la ve y se encarga de ella.



Ese día hubo mucho trabajo pero ya se había calmado y lo que quedaba lo podía dejar para sus compañeros "caninos". Muerte estaba dando un ultimo vistazo en una habitación, listo para irse, cuando por la puerta vio cruzar un destello de luz impresionante, era primera vez que le pasaba algo como eso; no lo iba a dejar escapar.

Muerte corrió tras ese destello que era impresionantemente rápido. No pasó mucho tiempo hasta que la fuente del brillo paró y entró en un cuarto. Muerte mantenía su distancia pero quería saber que estaba pasando. Lentamente se fue acercando hasta que llegó y su mejor opción fue dar un vistazo hacia dentro.

Esto era extraño, había una mujer que estaba apunto de tener un bebé, a su lado, se encontraba una chica delgada pero con buen cuerpo, cabello plateado que caía por su espalda y finalmente unos ojos espectaculares de color lila. No era su estilo, pero igual Muerte estaba atento a cada movimiento; pudo notar que el brillo emanaba de esa chica lo cual hizo todo más interesante. Ella alzó sus manos y las colocó encima de la barriga de la embarazada, la cual estaba en pleno parto. Muérete pensó que la iba a atacar así que entró a la habitación a defenderla, pero, estaba equivocado. Justamente escucho los chillidos de un bebé que conoce el mundo. No hizo más que quedarse allí parado, pues todo estaba bajo control.

Pronto se dio cuenta de su error, cuando volvió a mirar, la chica luminosa estaba con sus ojos fijos en el y una expresión que no representaba mucho agrado, Muerte notó un Nekoacat que se asomaba de atrás de la mujer, quien se estaba acercando y lo ponía cada vez más nervioso.

Cada paso que ella daba era un movimiento en retroceso de Muerte, quien quería huir, pero, cuando ya iba a correr y salir de la habitación, la puerta se cerró; obviamente, había sido la chica.

-¿Tu eres la Muerte?- pregunto ella con una mirada despectiva.

-mmm, s-si soy yo- dijo mientras le temblaba la voz.

-¿que haces aquí?- pregunto la chica, quien parecía estar molesta.

-S-solo... estaba viendo que ocurría- dijo Muerte bajando la voz.

La puerta que antes había estado cerrada se abrió de forma brusca ocasionando el susto de todos los humanos presentes y el pobre Muerte, el cual parecía un perrito con miedo.

-Véte de aquí- ordenó esa mujer que irradiaba luz y tenía aspecto de estar amargada todo el día.

-No sin antes saber quién eres- Muerte dijo con un poco de valor que agarró de la curiosidad.

-Yo soy Vida y no quiero que te acerques a mis humanos.

Esto fue suficiente para lograr que Muerte huyera impactado. No sabía desde cuando se supone que existía una tal Vida; bueno, era obvio que los humanos venían de alguna parte pero no se lo imaginaba exactamente así. Siguió a toda velocidad un rato hasta llegar a casa de Oliver donde nadie lo trataría tan mal como esa chica.

Muerte tocó la puerta y se quedó esperando afuera mientras recordaba lo ocurrido.

-No te acerques a mis humanos- imitó haciendo una voz chillona y una pose ridícula, después, gruñó.

-¿Que estás diciendo?- preguntó Oliver quien había escuchado perfectamente lo que Muerte dijo y se estaba aguantando una risita.

-N... nada- dijo Muerte mientras entraba en la casa de su amigo algo sonrojado.

La Vida de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora