II. Crimen y Castigo

48 2 0
                                    


Mientras leía la escena del asesinato de Aliona Ivánovna, no pudo evitar sentir complicidad con Raskólnikov. Cada hachazo estimulaba su largamente reprimida naturaleza violenta. De pronto, se sentía fuerte, capaz de hacer absolutamente todo. Si este joven pudo, ¿por qué no yo? Si él logró eludir por tanto tiempo a las autoridades, ¿por qué no yo? Pero las fuerzas le abandonaron tan pronto como se habían apoderado de su mente. Tras descubrirse culpable de pensamientos tan macabros, se dio cuenta que él debía ser el Rodión de su subconsciente. Y su revólver resultó ser mucho más efectivo que un hacha.

Suicidios literariosWhere stories live. Discover now