III. Papá Goriot

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Ser conocido como el 'taxista culto' le trajo muchos beneficios económicos a Guillermo Medrano. Llevaba tres años trabajando como taxista cuando decidió leer Papá Goriot. Le resultaba mágico el verse atrapado entre las extensas y detalladas descripciones de las locaciones de la novela. Sin embargo, y para su mala suerte, un cambio de luz del semáforo no le bastaba para disfrutar del libro. Cometió una grave infracción, por lo que chocar contra un poste no fue solo la causa de su muerte, sino que demostró que todo vicio es un sediento asesino a la espera de un instante de vulnerabilidad.

Suicidios literariosWhere stories live. Discover now