- ¿Puede repetir su nombre? - Dijo el hombre frente a mi mientras anotaba algo que no alcanzaba a distinguir
- Claro. Es Mía Abigail Ferreyra Villalba - Pronuncié con velocidad lenta para que pudiera anotarlo en sus hojas
Estaba nerviosa, a un nivel extremo, sentía las piernas de gelatina, aunque estuviera sentada y las manos me sudaban. Trataba de que no se notara mucho el hecho de que era novata pues quería darle una buena impresión al asistente editorial de Gama's; era mi editorial favorita desde siempre y aún no me cabía en la cabeza el poder estar presentando mi libro aquí.
- Bien, Mía. Le presentaré tu obra a mi superior y luego te llamaremos- Me guiño un ojo para tranquilizarme.
- ¿Usted cree que tenga alguna oportunidad? - En realidad no quería escuchar su respuesta por miedo a que fuera una negativa.
- Si fuera mi decisión, y por lo poco que leí... puede ser que sí - Suspiré mientras me ponía de pie y él tomaba sus papeles
- Gracias - Fue lo único que pude formular antes de abrir la puerta y salir
Decidí ir a una heladería que había visto al lado del edificio al llegar y esperar ahí a que mi hermano Dominic llegará por mí. Todavía me sentía nerviosa y pensaba que en cualquier momento mis piernas me fallarían y haría el ridículo frente a toda esta gente.
Recordé el momento en que decidí empezar a escribir, al principio ninguna historia me convencía y terminaba tirando todo a la basura porque creía que no eran lo suficientemente buenas para compartir con alguien. Después de unos cinco intentos y muchas ideas desechadas me había rendido, creí que lo mejor sería dejar de intentar y que tal vez escribir no era lo mío. Para ser sincera, aún tengo ese miedo.
Llegué a la heladería y pedí un cono de chocolate, me senté en la primera mesa que encontré disponible y marqué el número de Dominic para saber si ya venía.
- ¡Abi! - Sonreí. Mi hermano era la única persona que me llamaba así - ¿Cómo estás? ¿ya saliste? ¿cómo te fue?
- Estoy bien, sí y espero que bien. ¿Ya vienes?
- Llego en cinco minutos, espérame afuera
Cuando colgó la llamada terminé de comer mi helado y salí a esperarlo. Pude notar que al otro lado de la calle estaba un compañero de la escuela del cual no recordaba su nombre, él me miró y saludó para luego seguir caminando a quien sabe dónde. Recordé que no era del tipo de persona que se detiene a hablar con alguien muy seguido, tenía su grupo específico de amigos que a decir verdad era muy cerrado, unos dos o tres después de él.
Me sobresalté al escuchar el claxon de mi hermano. Entré en el coche y le conté lo que me había el asistente que, ahora que lo pienso nunca me dijo su nombre. Después de algunas palabras de aliento y de convencerme de que les gustaría llegamos a casa. No era tan grande como las de las películas, tenía dos pisos y cuatro habitaciones, una abajo en donde dormía Dom, las tres de arriba que se dividían entre mi hermana menor, Simone, la mía y la de mis padres.
- ¿Crees que ya hayan llegado? - escuché preguntar a mi hermano.
Yo no le contesté y me dispuse a buscar en la cocina algún indicio de que mi madre o mi padre estuvieran por aquí pero no encontré nada y salí. A penas eran las 5pm y ellos casi siempre llegaban hasta las 7pm
- Nada - dije a mi hermano que estaba recostado en el sofá de la sala - Simone llegará en una hora, me dijo que iría a terminar un trabajo con sus compañeros
Dom hizo un sonido de asentimiento y me miró. Siempre le había dicho que me gustaban sus ojos, eran color miel y en veces se veían verdes como los de Simone, verde esmeralda, en cambio los míos eran cafés. Los tres éramos muy diferentes y a la vez teníamos rasgos muy similares. Cada uno nos llevábamos por un año, Dom de 18, Yo de 17 y Simone de 16. Los tres teníamos el cabello café oscuro, la diferencia era que Simone era muy lacia mientras que Dom y yo teníamos algunas hondas en él. Nosotras mediamos aproximadamente 1.60 y Dom medía, creo que 1.85. En fin, nos parecíamos en algunas cosas, en otras no tanto.
Unos quince minutos después de llegar hice la cena y cuando Sim llegó ya estaba lista, ella nos contó cómo le había ido y que tuvo algunos problemas con uno de sus amigos, pero no le tomó mucha importancia a esto último. Terminamos de cenar y me fui directo a mi habitación para escribirle a mis mejores amigos sobre cómo me fue ya que insistieron mucho en que los mantuviera al tanto de todo. Presioné enviar para irme a dormir enseguida antes de que llegaran mis padres.
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Relatos de una chica sin suerte.
Novela JuvenilEsta es mi historia. Así de simple, no es algo fuera de lo común: enamoramientos, amistades, problemas. Pero, es mi historia, me gustaría compartirla con ustedes y, tal vez poder dejarles un mensaje al final de todo.