La niña no podía dormir.
Miraba fijamente a su enorme armario blanco con detalles en carmín que tenía las puertas entreabiertas. Allí debía estar. Ahí estaba el mounstro que la había estado molestando desde hace tiempo.
Armandose de valor, se levantó de su cómoda cama y avanzó lentamente hacia las puertas del closet.
Una respiración lenta y profunda salía de adentro y un aliento cálido se hacía presente a cada paso que daba.
Ella respiró hondo por unos segundos, al mismo ritmo que aquella respiración.
Por fin abrió la puerta.
Adentro su mounstro la esperaba.
Ella se metió y cerró la puerta. No sabía si podría salir otra vez pero no había otra opción.
Pasó ahí dentro el resto de su vida. En un closet, con un mounstro. Un mounstro que le repetía todo el tiempo que era fea y una rata. Que era diferente y que no sería nadie si no cambiaba sus sentimientos.
Ella sonreía.
Tenía que sonreír y fingir felicidad ante todo lo que le decía. O sino, se la iba a comer.
Un día apareció un chico en su vida. Al principio Ella pensó que esa era su llave para escapar. Pero cuando él supo lo de su mounstro en el clóset, se convirtió en un mounstro aún peor. Uno que se llevó un trozo de su corazón y su vida.
Ella llorando, se abrazó a su mounstro del clóset.
Se quedó ahí.
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Historias Cortas Con Finales Tristes.
Short StorySolo historias... historias que como nosotros, pueden tener finales rotos...