Capítulo 4

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Abandonó el salón con rapidez, como si deseara alejarse lo antes posible de la vulnerable imagen de la pelinegra, y una vez que estuvo fuera un vacío se alojó en su pecho, recomendándole que mantuviera a la dama fuera de todo eso porque posiblemente el daño que le causase tendría algún efecto sobre él.

¿Por qué le importaba tanto?

Era hermosa, sí. Generosa, también —al menos eso le pareció todas las veces que pudo observarla—. Valiente y leal, no cabía duda de ello, dado que estaba dispuesta a hacerle frente sin importar las consecuencias o sus demandas.

Sintiendo su determinación menguar, Dylan abandonó el salón de baile por la terraza y decidió ir a tomar un poco de aire fresco. No ablandaría su corazón, llevaba años soñando con un momento así y no echaría todo a perder sólo porque la hija del conde le pareciera hermosa e inocente.

Se sentó en una de las bancas de piedra que estaban distribuidas alrededor de la fuente del jardín y por varios minutos dejó que sus pensamientos vagaran.

¿Hasta qué punto podría aprovechar la situación respecto a lady Aline?

Comprendía que una vez que su padre fuera arrestado ella perdería muchos favores de su entorno, ya no sería una amistad digna y el futuro que le esperaba no era muy agradable; no obstante, estaba dispuesto a hacer algo por ella y de cierta manera darle... Una fuente de ingresos.

La necesitaría para poder pagar el alojamiento de su padre en la cárcel de deudores.

Sonrió con desgana, sintiéndose la basura que todo el mundo pensaba que era.

Deseaba tanto a la hija de los condes que estaba dispuesto a hacerla su amante a escondidas de su tía para que ella no se metiera en lo que ese asunto respectaba.

Se quitó su ridículo saco afelpado que lo ayudaba a representar a un lobo majestuosamente y trajo a su mente la sensación del beso que compartió con Aline hace unos minutos. No quería aceptar la realidad, pero estaba abusando de su poder para obtener lo que quería de ella, algo que siempre odió en otras personas y curiosamente gracias a esa mujer estaba implementando sin contemplación alguna.

¿Por qué tenía el poder de hacerlo desvariar de aquella manera?

Unos suaves pasos a la distancia le informaron que no estaba solo y manteniendo su porte relajado, esperó que el individuo se marchara o se anunciara ante él. Como estos se hacían cada vez más cercanos y nadie le decía nada, miró sobre su hombro sorprendiéndose por la recién llegada.

—Milady. —¿Qué hacía lady Answorth allí?—. No esperaba encontrarme con usted aquí, no es adecuado que una dama vague sola por los jardines. —No pensaba guardarse su reprimenda, la dama le caía bien y al ser la cuñada del dueño del club Triunfo o derrota, muchas parias desearían comprometerla.

Él mismo quiso comprometerla cuando Beaufort no se mostró muy predispuesto a entregarle los pagarés del conde.

—Lo estaba buscando, su excelencia. —Su voz rota le recordó que tenían un asunto pendiente y sin perder el tiempo extendió su mano y la invitó a sentarse junto a él—. ¿Por qué está aquí? —Bajó la mirada, fijándola en sus manos.

Tal vez podría desahogarse un poco con lady Answorth, la dama no tenía nada de maldad en el alma y eso le garantizaba su silencio, aunque tampoco pensaba decirle mucho.

—Necesitaba pensar. Creo que estoy perdiendo el control de mi vida.

Y todo por culpa de Aline, quien siempre alteraba sus planes.

—¿Y cree que le será muy difícil retomarlo?

—Es complicado. —Sonrió de lado—. Por años me he dedicado a alcanzar un objetivo, tuve que esperar mucho para conseguir una oportunidad y ahora que la tengo, algo me impide seguir adelante con todo.

Víctimas de sus sentimientos 04 *Libertinos Enamorados*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora