Una condena de amor (Lady Oscar y Maria Antonieta)

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El sonido incesante de caballos persiguiéndonos provocando que intentará por todos los medios aumentar la velocidad a la que mi caballo escapaba, Maria Antonieta atrás de mi solo se aferraba a mi cintura para evitar caer.

Mientras avanzábamos y el breve sonido de nuestra persecución se disipaba, mi corazón comenzaba a retomar su cadencia normal, ademas estaba mas tranquila al saber que ya casi llegábamos a un pequeño poblado vecino donde seria mas fácil ocultarnos y descansar para huir al día siguiente.

Antes de llegar a la entrada decidí parar en una pequeña cueva a la orilla, me baje del caballo y con cuidado ayude a Maria a bajar, una vez que nuestros pies estaban en el piso ella se abalanzo hacia mi uniéndonos a las dos en un abrazo, con dulzura tome su rostro entre mis manos besando sus suaves labios y acariciando su pelo.

Tome su mano y decidimos entrar a una vieja y destartalada casa de huéspedes, seria el lugar perfecto donde pasar las noches sin ser vista, pague por la habitación y comenzamos a subir, al entrar notaba que la habitación si bien era bastante modesta, tampoco estaba tan mal, me gire hacia Maria y vi que estaba quitándose con dificultad el vestido que portaba, no era tan elegante como el que portaba en palacio, aun así era muy dificultoso de quitar.

_Girate- le dije con suavidad- te ayudo a quitarte eso.

Ella sonrió y me dio la espalda, con delicadeza comencé a soltar el corset, una vez suelto aquella prenda cayó con gracia sin hacer ruido en el piso, frente a mi estaba la tersa piel de aquella chica que había conseguido hacerme perder la cabeza.

Las yemas de mis dedos se deslizaron rozando su espalda, sentí como se estremecía ante mi tacto,  la suavidad de su piel y el dulce olor que de ella emanaba me hacia recordar la primera vez que nuestros labios se rosaron, esa calidez, me hacia de alguna manera sentir segura, sabia que el camino que estábamos emprendiendo no seria fácil, no dejarían que la reina se escapara con su protectora.

Sin embargo la ilusión de que pudiéramos escapar y empezar una nueva vida juntas me mantenía con la ilusión suficiente para seguir.

_¿Crees que lo logremos?- la suave voz de Maria me saco de mis pensamientos.

El silencio se abrió paso entre nosotras, realmente no conocía la respuesta ante eso, la gire con delicadeza, apreciando su cuerpo desnudo y tomándola entre mis brazos, ella se aferro a mi, hundiendo su cabeza entre mi cuello, sentí que su respiración se agitaba ligeramente y como se recuperaba para después mirarme.

_Se que lo lograremos- susurro con su característico tono dulce, pese a su personalidad algo infantil y caprichosa, me enamoraba lo optimista que se mantenía ante las adversidades.

_Lo se- dije tratando de que mi voz sonara calmada

Sus labios impidieron que las dudas siguieran carcomiendo mi alma, su lengua moviéndose de manera rítmica mientras mis manos se apoderaban de su cintura, seria capaz de dar mi alma por esos momentos a su lado.

Con delicadeza mi ropa fue cayendo al piso, dejando mi cuerpo desnudo haciendo que embonara de mejor manera con el de Maria Antonieta, poco a poco el calor en la habitación fue aumentando con delicadeza ambas nos tumbamos en la cama mientras mis manos comenzaban a explorar su intimidad, primero con nerviosismo y luego con suave familiaridad, un gemido profundo se unió a mis labios que se apoderaban de sus pechos.

Mi mente ya no razonaba como yo quería, todos mis pensamientos se hallaban sumergidos en ella, mi preciosa Maria Antonieta.

Con tranquilidad mis dedos jugueteaban con su intimidad, esta vez sin el riesgo de que alguien entrara a su alcoba, la intensidad que lograba al verme desinhibida era impresionante. Sus labios cada vez de manera mas alto gemían mi nombre, y con mirada anhelante ella y yo desnudamos por completo nuestras almas, aunque sea por este momento sabia que ambas estábamos unidas.

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El amanecer trajo consigo el miedo a ser atrapadas, cuando ambas tomadas de la mano salimos de aquella posada,  una chica que me resultaba extrañamente familiar nos hizo señas para seguirla a un sucio callejón, yo decidí ir adelante, previendo cualquier ataque y tratando de proteger a Maria Antonieta.

_Lady Oscar, solo quiero decirle que corren peligro, la guardia real ya sabe donde están y planean una emboscada, tienen que huir lo más pronto posible- el miedo se reflejaba a través de sus ojos, por lo que le creí inmediatamente.

Tras agradecerle tome a Maria de la cintura y la subí al caballo, ella se miraba bastante mas afectada que yo, subí y comencé a galopar huyendo de aquel lugar.

Sin embargo, a veces el destino no se encuentra de nuestro lado, pues a los pocos minutos, el sonido de galopes aproximándose nos invadió de un intenso escalofrió, la persecución empezaba de nuevo, el sonido de un arma disparando me saco de mis pensamientos de golpe, aquel disparo había aterrizado en una de las patas del caballo, haciendo que ambas cayéramos, aun así trate de proteger con mi cuerpo a mi amada, escuche sus lagrimas y sin pensarlo dos veces la tome entre mis brazos y corrí.

_No lo lograremos- grito Maria Antonieta con un grito ahogado.

Sabia que tenia razón, pero me aferraba a esa pequeña esperanza que se formaba en mi corazón. No quería perderle. Sabia que si nos atrapaban, ambas estábamos muertas.

El destino ya había marcado nuestro final cuando al detenerme de manera abrupta nos dimos cuenta que un precipicio se asomaba a nuestros pies.

_Amor mio, este es el fin- la voz suave de mi amada hizo que mis lagrimas comenzaron a caer.

_Lo se, pero aun puedes escapar, escóndete, yo me entregare y diré que estas muerta, tu no tienes que morir.

Sus labios se cruzaron con los míos, con una suavidad que a pesar de la situación me transmitía tranquilidad.

_No, no quiero estar en un mundo donde tu no existas, sabes que de cualquier manera, ambas ya estamos muertas- con delicadeza me hizo señas de que la bajara. Al dejarla en el piso ella se aproximo al acantilado girando y dándome su mano invitándome a seguirla- una caída desde aquí, nos mataría, pero no me molesta si paso a la siguiente vida de tu mano.

Sonreí, era una sonrisa amarga, tome su mano, con el sonido de los caballos acercándose nos besamos, ese ultimo beso con una sensación amarga y dulce, la tome entre mis brazos y nos dejamos ir. Lo ultimo que vi fueron sus ojos donde ya no existía miedo, solo una libertad absoluta. 

La oscuridad nos consumió juntas.







Yuri Versión: One shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora