Outlander "one-shot" - Jamie Fraser - Prisión Wentworth.

Solo estás tú

Todo había sido por ella. Su gran amor, su único amor. La amaba, la anhelaba, quería sentir, más que nunca, sus caricias. Quería sentir su aroma, respirarla hasta lo más profundo y besarla, unirse con ella y jamás soltarla. En ella pensaba, a ella se aferraba. Todo lo demás dolía demasiado.
-¿Qué haré contigo? –su voz susurró.
Los ojos de él se abrieron, a pesar del dolor, y la buscaron con desesperación, tratando de enfocar. Allí estaba: su cabello ondulado, rebelde como siempre, enmarcando su rostro, sus preciosos ojos que lo derretían y endulzaban por dentro, su piel pálida, tan delicada como la porcelana misma. Era real, y la necesitaba. Estiró la mano hacia su figura, tratando de tocar su rostro.
-Claire... -susurró con dificultad, llamándola.
-¿Cuál es su poder?- una voz grave dijo, mientras Claire movía los labios- Incluso ahora te posee. ¿Cuál es su secreto? Dime.
Poco a poco esa voz tomó forma, cambiando la figura frente a él. Las facciones se endurecieron, la piel se volvió áspera, el brillo casi angelical que envolvía a su bella mujer, a su Sassenach, se apagó. Todo brillo se había apagado en un abrir y cerrar de ojos. Toda esperanza. No. No podía soportarlo. La oscuridad invadía nuevamente su corazón, su mente, su mundo entero. El dolor retornaba con mayor intensidad.
-Se fue- la voz se quebró, junto con su alma. Se encontraba perdido sin ella, como un niño solo y asustado. No pudo contenerse y rompió en lágrimas- No hay más Claire – sin poder soportar lo que decía, atormentado de solo pensarlo, se giró de lado, intentando abrazarse a sí mismo, ocultándose de aquel mundo.
Sintió unas manos que lo dieron vuelta de inmediato, con suavidad.
-¿Y ahora eres mío? ¿Eres mío?- le demandó.
Intentó enfocar la vista una vez más. La voz que oía se mezclaba, sonaba grave y femenina al mismo tiempo. Tenía que ser ella. Se esforzó un poco más y pudo verla, allí con él, siempre con él, dispuesta a acompañarlo. No había nada más que ella.
-Tú –le quedaban pocas fuerzas y sus ojos se fueron cerrando- Solo estás tú.