｢ shounen knife ｣ vharem | oneshot · ✦.

「Shounen Knife」

Taehyung permanecía con los ojos cerrados, calmado, la suave brisa le soplaba hacia el rostro, removiendo suavemente los ligeros y castaños cabellos que colgaban desde el principio de su frente, era una pena que la mitad de su cara estuviera cubierta.

Un pañuelo negro cubría sus finas facciones desde el puente de la nariz hacia la punta del mentón. Lo único visible y reconocible eran sus ojos, penetrantes, incluso felinos. Unos ojos muy especiales en una sociedad con ojos mediocres.

Se sentía perdido en una especie de galaxia, su cuerpo tambaleante pero tieso, era algo extraño. Apresados por sus propios dedos podía sentir los cuchillos, bien afilados y limpios, nobles herramientas para cualquier..."carnicero".

Suspiró y abrió los ojos desafiante, la luz naranja que se tragaba las estrellas, producida por tanta iluminación artificial en la ciudad, lo alumbraba de alguna forma, mareándolo hasta cierto punto.

La mitad trasera de sus pies, es decir, sus talones, sentían la seguridad del borde de un alto edificio, y la mitad delantera, la punta de sus pies, sentía la ausencia de un suelo que pisar, simplemente era aire.

El que no quiera caminar, que vuele.

Inclinó su cuerpo hacia delante y en ningún momento cerró los ojos por temor. Todo su entero accionar fue veloz como las patas de un leopardo. Pisó el costado del edificio.

Corrió como si se tratara de una superficie horizontal, cuando era una perfectamente vertical. Bajó estruendosamente y en un momento se preocupó por el hecho de que tal vez podría golpearse la cabeza con el costado del edificio de enfrente, pues el lugar era muy angosto.

Bajó y bajó, pisando sin pena las paredes exteriores, incluso pisaba ventanas, en otra oportunidad la gente que veía por dentro, los que permanecían inmóviles en oficinas, lo habrían visto asombrados, pero aquella fecha de invierno, en primer lugar, no había nadie, y en segundo, la oscuridad lo camuflaba.

Terminó de pie en un callejón, con los zapatos pisando nieve, escondió sus pequeños cuchillos en los bolsillos traseros de su pantalón, con la diestra se acomodó el barbijo y a largos pasos, de la oscuridad salió a la luz de una avenida.

No pasaban autos, estaba cortado el tránsito para que los peatones disfrutaran las calles vacías en todo su esplendor. Un gran pino decoraba el centro, lleno de luces y pelotitas brillantes. Porque era noche buena y joder, qué banquete se le presentaba.

Entró a una tienda y compró goma de mascar como si nada, sabor tutti-frutti, aquel que era indescifrable, no sabía qué basura le metían, él no era ingeniero, era asesino.

Salió a la calle donde sabía que las cámaras de baja calidad no lograrían captar bien su rostro y se bajó la máscara, rompió el envoltorio y se metió todas las piezas de chicle en la boca, masticó un poco y se cubrió el rostro de vuelta con la tela.

Se talló el ojo y se puso en una posición favorable, tenía que llegar a casa antes de las doce para festejar la navidad. Sacó una navaja discretamente, sin alarmar a nadie.

Comenzó a caminar tranquilo, había demasiada gente unida, parecía el interior de un antro. Justamente por eso era totalmente fácil pasar al lado de algún imbécil y clavarle un navajazo, continuar como si nada y ver cómo las personas culpaban a todos menos a él, por encima del hombro.

Hizo lo mismo con aproximadamente tres hombres, le frustraba el saber que no iban a morir con eso. Los abrigos que llevaban todos eran muy gruesos, la navaja no alcanzaba a cortar tanto.

Por eso guardó la navaja.

Y sacó los cuchillos.

Suspiró e incluso a través de la máscara pudo ver el vapor salir, también pudo sentir el empalagoso y falso olor a goma de mascar.