I Quiebre I

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—¡Vamos, ya despierta!

Sentí como la cama se movía, y al abrir los ojos de mala gana, observé como Luciana saltaba sin parar sobre esta, pero decidí ignorarla, así que tomé la almohada y me tapé el rostro, pude escuchar con nitidez cómo me insultaba, y de pronto, sentí como el colchón era alzado y lo siguiente fue la fría superficie del suelo.

—¡Por un carajo, déjame dormir! ¿No tienes sentido del tacto? ¡La cabeza se me parte en dos! —le grité sumamente molesta y ella se comenzó a reír.
—Oh perdone su alteza —me respondió sarcástica—. Pero tu madre te lleva llamando como cuatro veces, me dijo que de ser necesario, te tirara agua en el rostro para que despertaras.
—¿Me trajiste a mi casa? —le pregunté mientras me ponía de pie— ¿Dónde está mi mamá?
—Claro, perdí mis llaves, creo que fue en el momento cuando corrí a vomitar al baño. —dijo bostezando mientras se estiraba—. Se fue a la casa de tu tía, pero fue muy enfática en que cuando vuelva, te quiere ver despierta y sin resaca.
—¿Y si ya se había ido porque demonios me despertaste?
—Porque si no te despertabas ¿Quién me iba a hacer algo de comer? —ella me sonrió y yo le mostré el dedo medio.
—Mala amiga —se tapó el rostro con sus manos y fingió llorar durante unos segundos para luego detenerse—, apropósito, estuviste sonriendo todo el rato ¿Qué demonios soñaste?
—¡Tuve un hermoso sueño! —suspiré cual adolescente enamorada—. De hecho, el mejor hasta ahora debo admitirlo, pero no te lo diré.
—¿¡Porque!? —replicó molesta.
—Sera tu castigo por despertarme —le mostré la lengua mientras bostezaba—. Ya regresó, iré a ducharme.
— Te espero, vampirita.

No presté atención a lo último que me dijo, así que una vez que me encontré dentro de mi baño, me deshice de mi ropa y luego de regular el agua, me metí, la cabeza me palpitaba, y la luz lograba fastidiarme bastante, no podía creer que había tomado tanto, ni siquiera me acordaba como demonios Luciana me había traído a mi casa, lo último que recordaba era estar en el taxi.

Mientras me echaba shampoo en mi cabeza, comencé a recordar aquel maravilloso sueño, de forma casi automática me mordí los labios, me sentía feliz, salvo por los contras que me trajo tomar, esta, por lejos, había mi mejor fantasía. Una vez que terminé de ducharme, me coloqué una bata de baño y salí mientras secaba mi cabello con una toalla.

Olvidado CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora