Infernum (YAOI R-18)

Día 2

—Esa es básicamente toda la rutina en cuanto a las comidas —al día siguiente, mucho antes que el sol comenzara a salir Dastan por petición de sus nuevos compañeros les dio una explicación sobre cómo funcionaba la prisión y los horarios para comidas entre algunas cosas más—. Si son listos, no tendrán problemas, solo procuren no meterse con la gente equivocada.

—¿Tienes mucho tiempo aquí, Dastan? —preguntó Troy quien era el más alto del grupo por algunos centímetros.

—Algo así —respondió como si fuera algo sobre lo cual presumir—. Si no me equivoco este es mi segundo año en este cuchitril.

Cuando la conversación comenzaba a ponerse algo animada llegó un carcelero para llevarlos a tomar el desayuno, la cafetería era un sitio algo grande, sin embargo, la cantidad de gente superaba al que seguramente era permitido, algunos comían en las mesas mientras que otros debían conformarse con comer en el suelo.

—Será mejor que se acostumbren a esto —sin demora se apresuraron a conseguir algo de comer, debido a lo llenó del lugar debieron comer recluidos en una de las esquinas del lugar, mientras se dirigían a aquel sitio, sin que lo notara a Nick le metieron el pie haciéndolo caer y tirar parte de su comida, intuyendo su reacción Dastan lo detuvo antes de que siquiera pudiera levantar sus puños—. No te quedes atrás.

Una vez estuvieron todos sentados Dastan le dio parte de su comida a Nick quien no pudo evitar realizar una pregunta—. ¿Por qué no me has dejado golpearlo?

—Si hubieras levantado el puño, te habrían matado al instante —Dastan giro su cabeza hacia la mesa donde se hallaba un grupo de siete personas riéndose a carcajadas—. Esos tipos están aquí por crímenes peores que los nuestros, junto a ellos nuestros crímenes son una chiquillada.

Repentinamente notaron como aquel grupo se levantó y se dirigía hacia donde se hallaban Dastan y ellos—. Vaya, miren quien se volvió mamá gallina —comentó divertido uno de los chicos—. ¿Dónde tienes los biberones de tus bebés?

—No tengo porque responderte, que yo sepa a mí solo me dieron la labor de ponerlos al corriente, no de ser su nana —los chicos no supieron cómo seguirle el juego a Dastan, era verdad que nadie le pidió cuidarlos, pero ya desde el día anterior mostró intención de ayudarlos a sobrevivir.

El grupo miró a los chicos en el piso posando sus vistas sobre Theo que se hallaba recargado contra la pared—. Miren chicos, este enano tiene los ojos grisáceos, no todos los días puedes ver unos ojos así —al instante otro chico se le arrimó demasiado—. Viéndolo de cerca tiene una linda cara, oye niño, ¿Qué te parece si nos haces compañía un rato?

Theo comenzó a sentirse intimidado por la forma tan repulsiva en que estaba siendo mirado, Dastan no tenía intenciones de reaccionar, pero no pudo evitar hacerlo cuando uno de los del grupo comenzó a encimarse demasiado sobre el más pequeño de sus compañeros lanzándole su cuchara directo a la cabeza—. Perdón, creo que hoy amanecí con manos de mantequilla.

Cuando una nueva pelea daba señales de iniciarse al lugar ingresó Cestro, su presencia tranquilizó a todos al instante. Acaba la comida todos fueron llevados al jardín para dejarles estirarse un poco. Dastan se recluyo bajo una leve sombra junto a Theo quien se mantuvo junto a él mientras el resto de los chicos habían comenzado a jugar al béisbol.

—Theo —lo llamo—. Procura mantenerte cerca de donde pueda verte —Theo miró a Dastan confuso—. No hagas preguntas, solo hazlo.

Al caer la noche mientras cenaban Theo volvió a ver a aquellos chicos mirarlo fijamente, ante esto se aferró a la ropa de Dastan quien no tardó en darse cuenta del porqué. Al volver a su celda cuando ya todos se hallaban acostados y dormidos Theo era el único en vela, en su mente las miradas de aquellos sujetos permanecían, antes de llegar a aquel lugar vio esa mirada sucia incontables veces. Dudoso se levantó y caminó hacia la cama del más grande del lugar.