Prólogo

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Había pasado un tiempo desde que salía de esa habitación con una única ventana la cual tenía rejas después del vidrio. No era una prisión, era un cuarto pequeño con un armario lleno de ropa, una coqueta llena de cremas y maquillaje a pesar de que no los usara, una cama individual pero cómoda, un cuadro en el que posaba con su hermana y en su única y gran ventana una vista al árbol más grande, viejo y bello que podía imaginar.

Alguien puede nombrar una fuerza lo suficientemente grande para que impulse a un ser humano a hacer una estupidez? Pues esa fuerza es el aburrimiento.

La vida de esta chica llamada Lea es lo suficientemente tranquila como para aburrirle.

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