Soy.

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Una revivida luego de tanto tiempo, ahr kandndkd.

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Seokmin creía que sólo sería un sueño el que estaba tendiendo, uno por haber pasado más de una hora en aquel aburrido lugar, pero no podía serlo luego de reconocer al más bajo cons sus delicadas facciones; sus manos, su piel como la porcelana, sus labios, su cabello en un rubio suave, realmente no sabía cómo definirlo pero lo que más era hermoso eran sus ojos.

—¿Eh?

¿Sus ojos estaban sobre mí?

Me sorprendió muchísimo que dirigiera su vista hacía mi, bueno... realmente no sé si era a mí, muchos mortales miran al cielo cuando van de regreso de algún lado, pero, se sintió como si supieras que yo estaba justo frente a él, aún sabiendo que no podría verme.”

Se cacheteó mentalmente cuando vio como el chico volvía su vista al suelo, siguiendo por un camino algo sospechoso.

Los ángeles tenían un sentido de peligro y justamente se estaba creando una zona que no le estaba agradando en absoluto.
Seokmin se maldició internamente al no poder decir que en esa dirección ocurriría un accidente y no precisamente de los más agradables; pero no podía hacerlo, iba en contra de las reglas acercarse a un humano.

Dos simples reglas.

Lo siguió con la mirada, ignorando su labor de ver todo el panorama, pero qué más daba, ahí no había ocurrido nada más que el ver al muchacho cruzar por ahí.

A pesar de que los sentimientos de un ángel sean reconfortantes, sintió que los de él podrían crear algún desastre natural, con una preocupación inmensa que podría crear un temblor por cada paso que daba el mortal, cada que se acercaba a la zona peligrosa que había designado Seokmin. Pero no podía evitarlo.

Por alguna estúpida razón, quería bajar, tomar al más bajo y salir huyendo con él en brazos pero no lo hizo, por miedo al castigo de los dioses.

Iba en contra de las acciones de un ángel.

Su cuerpo se tensó a la escena que estaba presenciando.

Un par de manos extrañas salieron de un pequeño callejón, que jalaron del cuerpo más pequeño y unos tipos tomaban de cada brazo, tratándolo con hostilidad y forzándolo a quedarse quieto. Pero sus ojos, su mirada no mostraba nada más que inconformidad, una mirada sin vida.
Algo en su interior se removía, no podía mover nada porque no es un ángel guardián designado a una persona, tan solo es un ángel que vigila una zona pero...

Hablando de ángel guardián, ¡¿dónde diablos estaba el de ese chico?! ¡mataran al pobre y ni siquiera lo va a impedir, o puede que peor!

Sus quejas fueron interrumpidas cuando un sonido lo hizo traer a la realidad. Volvió su vista hacia abajo y continuó viendo la escena, algo había cambiado.
Había un chico más algo que los otros y que el de cabellos claros, pero este tenía el cabello negro con una sonrisa lasciva.

Realmente se preguntaba... ¿se habrá muerto su ángel o es que el chico nunca tuvo uno?

No tenía otra opción en ambos casos.

Si no era el ángel guardián de una persona, entonces solo tenía de dos simples opciones ante el mundo de los humanos.

Uno, ser un ángel caído y pertenecer al mundo de las llamas, sin posibilidad de volver al cielo.

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⏰ Última actualización: Nov 04, 2019 ⏰

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