Una promesa

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La chica estaba nerviosa. Muy nerviosa. Había llegado el día. 14 de junio. Aún recuerda exactamente las palabras que utilizó aquel día. 14 de enero.
Mil preguntas cruzan su mente en esos momentos. ¿Y si ya no la ama? Ha pasado mucho tiempo, ¿Y si a encontrado a otra? No sería raro. No quiere pensar en eso. Lo sabrá cuando Marco acuda a la cita.

Hace aproximadamente 6 meses

Marco no puede evitar mirar de reojo a la chica rubia que está sentada a su lado en clase de matemáticas. Es preciosa. Le encanta todo de ella. Apenas han cruzado algunas palabras, pero el sabe más de ella que cualquiera de sus amigas. Sabe que cuando no entiende algo en clase suspira por lo bajo. Sabe que se le dan muy mal las matemáticas, que le encanta la ciencia.
¿Y por que sabe todo eso? La respuesta es fácil, amor. La ama. Está enamorado de ella desde que la vio con seis años, llegando a clase. Y ahora, con catorce, el destino los unió cuando a la profesora los sentó juntos en clase.
Se distrae mucho mirándola. Es perfecta. Le encanta su personalidad, su forma de ser. Y es muy guapa. Pero eso a él no le importa. Si es más alta, más baja, rubia, morena... no importa. Pero si, es guapa.
Ya no podía aguantar más tiempo. Llevaba ocho años amándola en silencio. Y era el momento de arriesgar. La profesora no había venido. La amiga rarita de Star estaba apoyada en la mesa, hablando de no se qué cosa sin importancia. Un chico llamó a la amiga de Star y ella la dejó sola. Star se puso recta en la silla y notó que la estaba mirando. Le sonrió y aceleró el corazón del chico.
Él cogió aire. No podía ser tan difícil.

—Mmm... Star...

La chica se sorprendió. Sabía muy poco del chico que se sentaba a su lado, pero sabía que era muy callado.

—Si?

—Podemos hablar a la salida?

Star se sorprendió con la pregunta. No esperaba que ese tímido chico le dijese algo así.

—Si claro.

La amiga de Star volvió a sentarse sobre la mesa de la rubia y la conversación se dio por terminada.
Marco volvió su vista al libro, esperando a que el timbre sonara.

Después de unos diez minutos eternos para los dos, el timbre sonó, anunciando el fin de la clase.

Star salió delante de él. Por un momento Marco tuvo miedo de que olvidara lo que le había dicho, pero se giró y le sonrió, aliviando al chico.

—Que querías decirme?

Marco cogió aire. Se había imaginado esa escena en su mente cientos de veces, pero en ese momento se sentía muy nervioso. Tenía que relajarse, Star era una chica muy agradable, jamás haría nada para hacer daño a nadie.

—Yo... Star... estoy enamorado de ti.

Eso último lo dijo como un susurro, pero la rubia pudo oírlo. No sabía que decir. No quería romperle el corazón, pero obviamente no estaba enamorada de él, solo habían cruzado un par de palabras, y todo porque la profesora los puso juntos en clase.
De repente, supo que hacer.

—Yo... no estoy enamorada de ti. Pero tengo una propuesta.

El joven se sorprendió. ¿Una propuesta? Esa chica no dejaba de sorprenderle.

—Hoy es catorce de enero. A partir de ahora, durante seis meses, serás mi mejor amigo. Estarás ahí para ayudarme, ser mi hombro en el que llorar y hacerme reír. Y yo para ti, claro. Y tendrás que intentar conquistarme. Si el catorce de junio he empezado a sentir algo por ti, entonces, si tu sigues sintiendo lo mismo, puedes volver a decirme que estás enamorado de mi.

—Y si no te enamoro?

—Entonces puedes hacer lo que quieras. Seguir siendo mi mejor amigo, alejarte de mi... lo que quieras. ¿Trato?

La chicas estiró su mano. El moreno la agarró.

—Trato

En la actualidad

Marco había estado ahí para ella todo ese tiempo. Y lo había apreciado mucho, no soportaría perderlo ahora. No sabía si él seguiría sintiendo lo mismo, pero los sentimientos de ella habían cambiado. Cuando lo abrazaba, sentía que el corazón se le aceleraba. Y más de una noche se había sorprendido a si misma pensando en como sería besar sus labios. Tantas noches compartiendo secretos, sueños, miedos... habían forjado una amistad fuerte entre ambos. Y ella había acabado confiado en él más que en si misma.

—Has esperado mucho?

La voz del chico sorprende a la rubia. Estaba tan ausente, pensando en él que ni lo oyó acercarse a aquel banco en el que lo esperaba esa tarde de junio.

—No, acabo de llegar hace poco.

El chico se sentó en silencio a su lado, hasta que ella rompió el silencio.

—Hoy es el día.

—Si.

No sabían como empezar. Estaban un poco perdidos. Había demasiados cosas que decirse y no había forma de expresarlas. No podían expresar con una palabra lo que sentían en el estómago cuando estaban cerca el uno del otro. O quizá si. Amor.

—Marco... recuerdas que te dije que intentaras conquistarme en ese tiempo, convirtiéndote en mi mejor amigo. Nunca he tenido un amigo tan bueno como tu y no soportaría perderte...

El chico se temió lo peor. Si le decía eso era porque no se había enamorado de él.

—... por eso quiero que sepas... que lo has conseguido. Has hecho que sienta mariposas por dentro cada vez que estoy contigo. Has hecho... que me enamore de ti.

El chico sonrió. Jamás había sentido tanta felicidad.

—Star, yo nunca me he rendido. Ha sido duro pasar tanto tiempo contigo sin ser... nada más. Pero nunca he pensado en otras chicas. Ninguna era igualable a ti. Te amo, Star.

La chica sonrió. Toda la felicidad que la invadía se convirtió en un fuerte e irrefrenable impulso. Se acercó al chico y juntó sus labios en un beso deseado por los dos jóvenes. Y después de ese vinieron más. ¿Y sabéis lo mejor? Que las noches de contarse todo se convirtieron en noches de contarse todo entre besos. Los sueños, en futuros juntos y los miedos, en cosas que superar el uno al lado del otro.

Quien se lo diría a ese niño de seis años que miraba a aquella niña de coletas rubias, que siempre estaba riendo y jugando. O a aquel niño de catorce, que la miraba de reojo enamorado, que algún día esa preciosa chica lo amaría a él también.

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~Mis one-shorts Starco~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora