Capítulo 3: El Juego

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Doce casos, ya he resuelto doce casos hasta ahora, y ninguno me ha atraído tanto como para emocionarme de lo que he resuelto. Un caso no es más que un pasa tiempo para mí. Déjenme regresar hacia ese pasado. Recuerdo cuando tenía doce años, mi padre me llevo a la primera escena de crimen que he participado, lo que yo diría, esto es simplemente uno de esos casos que vale la pena recordad una y otra vez.

-          Sangre por toda la pared y piso, ropas tirado al azar, una olla que está a punto de reventar por el calor de la estufa. Sin duda esto fue un homicidio, probablemente un robo. – Un oficial salió desde el lugar donde ocurrió el crimen, y nos vieron. Curiosamente nos dio una de esas sonrisas de las que por obligación tiene que dar un ser humano a otro por simple respeto.

-          ¿Cómo está detective Robinson? No me lo esperaba topármelo por aquí. –

-          Pues, simplemente me gusta curiosear estas escenas, especialmente estas escenas que realmente me atraen pero no puedo trabajar en ellas. – Le di un ojo a la escena de crimen, mire justamente donde está el cuerpo de la víctima. Un cuchillazo justo en el punto más débil del ser humano, su corazón. Corazón roto probablemente se podría curar tras el tiempo, pero corazón penetrado ya es otro caso. Todo estaba muy bien organizado excepto el cuarto de la víctima y su cocina.

-          Detective Robinson ¿No le han avisado que no puede participar en este crimen? –

-          Claro, entiendo muy bien las reglas y sé muy bien lo que tengo que hacer. –

-          Que bien. Usted sabe que un oficial no puede participar en una escena de crimen que está involucrado con un familiar. –

Era la escena de crimen en el que murió el hermano de mi papá, es decir, mi tío. En mis más superficiales memorias, mi tío nunca fue uno de esos hombres de muchas palabras. Podríamos decir que era un hombre muy culto y honesto. Nunca pensaba que moriría de una manera así.

-          Pues me sorprende que solo, su cuarto y la cocina se ha hecho un alboroto ¿Acaso pensaban que era un robo? – No podría resistir, tuve que hacer ese comentario. Niños como yo a esa edad debería tenerle miedo a la sangre, a los cuerpos o a mi propio miedo, pero simplemente era una cosa normal para mí. Mis padres desde pequeño me platicaban sobre el ciclo de la vida. Uno nace, crece, envejece y muere. Cuatro simple pasos que todo ser viviente tiene que seguir. Claro excepto aquellos que se quedaron en el primer o segundo paso y se saltan directamente al cuarto. Pena por ellos, lastima me da. Morir es algo común, no tengo miedo de enfrentarlo. Sin embargo, siento una breve emoción por esto. ¿Qué tal es el mundo después de la muerte? Siempre me hago esa pregunta. Respuesta que nunca conseguiré.

El viento, Lo sientes pero no está presente. Días normales este se desprende entre tus orejas, dejando el toque de la naturaleza. Pero hoy, este se comporta como una bestia, feroz, rugiendo con todo su poder. Todo lo que deja en su camino es un desastre, los arboles quedan destartalados, la superficie cristalina del lago comienza aparecer esas grietas, como si las raíces de los arboles crecieran sobre ellas. Los conos, una tras una rompiendo el suelo tras caer, como si fueran unos granizos del verano, no tienen ojos o sentido de orientación, si una de esas caen en tu cabeza, no te dejara segundo por vivir. Todo esto perforando nuestros sentidos, queriendo dejar ese escalofrió que desea.  

-          No pensé que llegarían tan temprano. Pero creo que como todas las series, cada ceremonia es igual de emocionante e excitante a la vez. – La voz recurrió otra vez en mis oídos.   

-          ¿Así que tú eres McAllen? Por qué no apareces de una vez para ver quién es el sujeto tras esto. – La voz de otra persona, un chico. Probablemente menor que yo. El viento no tiene que ser siempre algo malo, en este momento sirve como una pista. Pista para que las voces de cada uno pueda atravesar hacia nosotros, los entrometidos.

El Juego De McAllenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora