Épilogue

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—¿Cómo han estado las cosas? —me preguntó con sus aires de grandeza.

—Bien, he tenido mucho trabajo —contesté.

—Ni me lo digas.

Me lanzó una de sus sonrisas pretenciosas y no pude evitar caer de nuevo por él.

Seguimos conversando del trabajo y cosas sin importancia.

Me encantaba tenerlo de frente, hablándome, hablándome sólo a mi.

Sus ojos cálidos me hipnotizaban.

Y ver sus labios moviéndose al hablar me hacía tener ganas de besarlo.

Nunca pensé que me convertiría en algo así.

—¿Harás el remake de "Dime"? —preguntó.

Dudé, eso era algo en lo que estaba pensando mucho.

—Pues... Fue todo un exito, pero ya pasaron 7 años, no sé si esté adecuada para estos tiempos.

Asintió dándome la razón.

Pasamos de tema y seguimos charlando.

El ambiente en el que estábamos me hacía recordar todas las citas melosas que tuvimos en el pasado.

Velas, rosas y un vino muy caro.

—¿Por qué de repente me llamaste y me dijiste que viniéramos aquí? —pregunté curioso.

—¿Qué no puedo planear un aniversario bonito? —dijo riendo.

Oh, nuestro aniversario.

—Pero... Habíamos acordado no hacer nada.

—Quería hacer algo lindo por ti, lindo.

Mis mejillas se encendieron.

¿Después de tantos años podía hacerme reaccionar de la misma manera?

Ignoré su comentario y cambie de tema rápidamente.

Hace un mes que no podíamos vernos por el trabajo y demás.

Y al escucharlo decir ese tipo de cosas sólo podía pensar en besarlo.

—¿Cómo va el tratamiento?

—Pues... Como siempre, sin avances.

—Realmente pensé que funcionaría —dijo decepcionado— tu madre estaba emocionada.

—Lo sé.

—Aunque —dijo levantándose de su asiento— me siento muy especial al ser el único en poder tocarte.

Se acercó a mi y tomó mi mano para levantarme.

Después de alejarnos un poco de la mesa, me tomó de ambas manos y me acercó a él.

Apoyó su frente en mi frente y me dio una sonrisa dulce.

—Te amo —dijo.

Mis mejillas se volvieron a colorear de un intenso rojo.

—Tengo 30 años, deja de hacerme tener este tipo de reacciones —le contesté.

Sonrió de nuevo.

—Estamos destinados —dijo— por eso soy el único que puede tocarte, porque sólo yo debo hacerlo. Te amo, y estos 7 años juntos han sido los más maravillosos, y lo sabes porque estuviste junto a mi.

—Yo...

Me calló con un beso, después de separarse volvió a hablar.

—Leonardo Sullivan, ¿me harías el honor de convertirte en un Montsco? —preguntó sonriendo.

—No te apellidas Montsco —dije gracioso.

—Pronto ambos seremos Montsco.

—Entonces sería un honor convertime en un Montsco junto a ti.

Sacó del bolsillo de su saco un delgado anillo plateado, tomó mi mano y lo introdujo en mi dedo.

Me tomó del mentón para dedicarme una sonrisa coqueta y unió nuestros labios en un cálido beso.

Al finalizar por la falta de aire lo miré a los ojos, y recordé todo lo que habíamos vivido juntos.

—Te amo, Romeo Montsco.

—Y yo te amo a ti, Leonardo Sullivan.

Excepto túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora