Capítulo 1

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Capítulo 1

Abrí los ojos e inmediatamente sonreí, hoy era el gran día.

Me puse en pie, me dirigí hacia el calendario que tenía pegado en la puerta de mi ropero y rodeé con un gran círculo el día de hoy. Viernes 29 de Mayo... cumplía 18 años, mayor de edad en toda Europa.

- ¡Felicidades! - Gritó George, mi hermano pequeño entrando a la habitación. Aunque bueno, no tan pequeño, tenía quince años.

- Gracias – Agradecí mientras le despeinaba. Sabía cuánto odiaba que hiciese eso.

- ¿Qué se siente al tener 18 años? - Preguntó apartando mi mano de un manotazo y mirándome mal.

- Siento libertad – Reí mientras me dejaba caer de espaldas en la cama.

- Mucha libertad no tienes pequeña, tienes que ir a clase - Dijo mi madre entrando a la habitación - ¡Muchísimas felicidades!

- Gracias mamá - Dije abrazándola.

Cuando salieron de la habitación empecé a vestirme. Mis medias de rejilla por excelencia, unos pantalones cortos de cuadros azules, una camiseta negra y azul y por último, mis preciadas botas negras con tachuelas. Entré al baño, me lavé la cara y los dientes, luego me maquillé, sombra de ojos negra, me pasé delineador y me eché rimmel y finalmente, con mi lipstick rojo matte, me di el toque final.

Una vez tuve todo lo que necesitaba para ir a clase, salí de mi habitación, también conocida como mi santuario.

- ¿Piensas ir así vestida? -Preguntó mi padre cuando aparecí en la cocina. Sus miradas de desdén nunca pasaban desapercibidas.

- Siempre voy vestida así, no sé por qué insistes en hacer comentarios sobre ello -Contesté vagamente mientras me hacía un sándwich de jamón y queso.

- Pues deberías ir cambiando tu apariencia.... ¿no crees? -Preguntó mientras seguía leyendo el periódico- acabas de cumplir nada más y nada menos que dieciocho años. Si pretendes encontrar un trabajo vistiendo de la manera que vistes, deberías esperar sentada.

- Papá... me alegra tantísimo que me arruines la mañana justamente el mismo día de mi cumpleaños, y me encanta todavía más que ni siquiera seas capaz de darme las felicidades... deberías dejar de dar por culo por una puta vez en tu vida -Dije tan tranquilamente, y antes de que le diese tiempo a decir nada, me fui de mi casa dando un gran portazo.

Y así empezaba la mañana en la casa de los Cole. Mi padre siempre dando por culo todos los días a las ocho menos cuarto de la mañana. Old but gold. Ese señor nunca cambiaría.

- ¿Nunca te relajas? -Preguntó mi hermano cuando me alcanzó.

- No, con el estúpido de tu padre nunca me relajo -Contesté vagamente.

Mi hermano tuvo la decencia de no decir nada, y menos mal, no tenía ganas de aguantar los sermones de un idiota de quince años que estaba empezando a meterse en las drogas.

- Por cierto, te aconsejo que guardes mejor tus mierdas para hacerte los porritos y meterte las rayas, porque como papá o mamá te pillen, el que no va a poder relajarse vas a ser tu -Dije guiñándole un ojo.

Como buena hermana mayor seguramente debería darle una buena regañina por lo que estaba haciendo, pero ¿sinceramente? que hiciese lo que le diera la gana, él sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien... pero si quería hacerlo, allá él.

- ¿Cómo sabes que fumo? -Preguntó mirándome de reojo. Se le veía pálido y nervioso.

- Porque eres tan idiota y tan inconsciente que te pones a fumarte los porros cuando yo estoy en casa y parece ser que te piensas que porque cierres la puerta de la habitación, el olor no me va a llegar. Siento decirte hermanito que el olor de la maría es bastante fuerte. Puede que no se quede en tu ropa o en tu aliento, pero definitivamente se queda en el ambiente. Y para más inri, te pones a fumar en el parque a la vista de todo el mundo. Todo el mundo sabe que eres mi hermano pequeño, ¿creías que nadie me iba a decir nada? Deberías tener más cuidado joder. Como papá se entere, te va a dar la hostia de tu vida, aunque supongo que eso es lo que necesitas.

Príncipe PlayboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora