Alice.

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I need you here with me but we're out in the open

I need you here with me but we're out in the open

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E

ntre los allegados estaba Alice, la ex-novia de Jeff. Era una mujer linda, de facciones delgadas y finas, su pelo castaño siempre le enmarcaba el rostro preciosamente. No era difícil de imaginar el por qué Jeffrey estuvo con ella, hacían (estéticamente) una buena pareja.

Y, al parecer, no se habían olvidado; me encontraba incómodamente parada al lado de este maldito imbécil mientras ella le agitaba las pestañas. Bajé la mirada a mis pies, pero mis ojos se pudieron fijar en la erección que se le estaba notando a él, sentí mi estómago revolverse y el mareo del asco llegar a mi cabeza. Como pude me excusé diciendo que iría al baño y me fui casi corriendo, no era necesario voltear a ver para saber que se habían lanzado a comerse como animales apenas me di la vuelta.

Corrí fuera del salón donde se estaba haciendo esa fiesta de bienvenida y me encerré en el baño más cercano, las lágrimas empezaron a salir casi de manera automática cuando cerré la puerta. Caí al suelo, sollozando, el corazón me dolía con una presión que me daban ganas de vomitar; no podía creer lo tonta que fui todo este tiempo, era obvio que no era la única para Jeffrey, pero me gustaba creer que era así. Me mintió tanto, me mentí tanto, que la mentira se volvió mi vida con tal de no colapsar.

Pero aún así lo quería, lo quería sólo para mí. No era más que un capricho disfrazado de amor para no sentirme tan mal conmigo misma, porque al fin y al cabo soy igual que él, igual que todos los que están aquí. Tener sexo desenfrenado con otros, que me observaran llegar al orgasmo, ser vista como un objeto para ocupar en el fondo me gustaba. Pero sólo en lo sexual, mi lado perverso y sucio no podía salir de la cama, de mi cuarto. Fuera de las sábanas quiero respeto, pero es como si no fuera merecedora de eso sólo por gustarme un follón duro y fetichista.

Mis pensamientos salían incluso de mis labios en balbuceos y murmullos inteligibles, los mocos caían a borbotones junto a mis lágrimas y estaba tan concentrada en mis sollozos y dolor que no escuché cuando la puerta se abría.

Una voz profunda me sobresaltó, levanté los ojos y pude ver borrosamente una figura masculina.

Dentro de mi cabeza rogué que fuera Jeffrey, pero mi corazón sabía que no sería él.

Y mi corazón tenía la razón. No era Jeffrey.

Era Jason, Jason the Toymaker. 

Gone. (Jeff The Killer y Tú) -EN EDICIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora