Ayano Aishi no podía creerlo, no quería entenderlo. Todo eso no podía ser posible, ¿cierto? Debía ser todo una broma de mal gusto. ¿Dónde estaba la cámara oculta? ¡Debía ser una broma!
No, no lo era, y eso la destrozo por completo.
Taro Yamada, su s...
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«¿Matricularte en una escuela llena de chicos? ¡Claro que si, es una gran oportunidad para ti!»
Cuando escucho exclamar aquello hace dos noches de su madre en la llamada, Ayano no sabía cómo reaccionar. Apenas y había podido hablar, pues como si hubiera presionado un interruptor que no debía, Ryoba había comenzado a hablar por más de tres horas sobre el como podría encontrar al amor de su vida y sentir emociones.
Si, ella nunca le contó a su madre sobre qué conoció a Taro, y tampoco tuvo oportunidad. Su madre había estado todo el verano junto a ella pero Ayano no sabía que palabras exactas decirle, y antes de que se diese cuenta, esta se había ido con su padre hacia Estados Unidos por algún tipo de trabajo que ella desconocía.
Vivía sola, pero su tia la visitaba frecuentemente para verla. Iría a vivir con ella, pero la escuela era importante y su tía no podía dejar el trabajo de su ciudad. Así que normalmente se encargaban de ella sus vecinos de la casa de al lado, una pareja casada ya jubilados. Eran bastante agradables y no se metían demasiado en sus asuntos como para descubrir lo que había estado haciendo contra la ley, así que Ayano no se quejaba.
Pero bueno, antes de que se diese cuenta, su madre había fanfarroneado sobre que Rioko y ella se conocían del pasado. Gracias a eso, su hija ahora tenía una oportunidad de "experimentar" el amor, así que Ryoba estaba muy feliz. Aun así, fue el padre de Ayano quien se contacto con ella en vez de su madre, y el que terminó de matricular a su hija en la escuela.
Dentro de un mes, Ayano oficialmente comenzaría las clases en aquel lugar. Hasta entonces, estaría dos semanas en Akademi, y tendría aún otras dos semanas para preparar todo; uniforme, materiales y demás. Ya que era una secundaria privada, todo debía ser perfecto y a medida.
Pero aún así, todo se estaba preparando en secreto. Se lo había contado a sus amigos, y los conocía lo suficiente como para saber que ellos no dirían absolutamente nada sobre lo sucedido. Los conocía de al menos un año. Y si, en resumen Ayano ahora se encontraba en su segundo año de secundaria.
Entonces, ¿como? ¿Por qué? Cuando pasó por los murales de su escuela, no, incluso antes. Mientras caminaba por el camino de árboles de cerezo, la joven fue repentinamente atacada por una orda de estudiantes, sobre todo chicas. Estas, de diferentes años, diferentes clubes, diferentes personalidades y que no parecían tener nada en común, se habían reunido a su alrededor solo con un objetivo.
—¡Ayano-senpai! ¿¡Es cierto que usted fue escogida para entrar en la Jitsuka!?—Había exclamado una kouhai suya, de cabello azul eléctrico y recogido en dos tiernos moños a cada lado de su cabeza.
—¿¡A la prestigiosa, privada e increíble escuela masculina!? ¿¡A esa Jitsuka en la que todo chico sueña ir!? ¡A la que toda mujer desea por lo menos entrar una vez en su vida!?—Dijo esta vez una senpai, de cabello color musgo y una larga trenza que llegaba a sus muslos.
