Parte 4

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Joseph no podía entender de dónde provenía ese conocimiento, intento usarlo en su provecho tratando se establecer que números saldrían en la Lotería pero entendió que la clase de conocimiento que este tenía solo abarcaba los pensamientos de las personas. Y en ese momento lo supo, el dueño del Apart Hotel había asesinado su esposa y la había escondido en algún lugar del hotel. La había matado un día cuando el hotel estaba cerrado por estar fuera de temporada, la mato para quedarse con toda la propiedad, la mato porque deseaba a una joven empleada, la mato porque ya no la amaba. Pero este conocimiento no era suficiente para hacer una denuncia, si no había evidencia sus palabras habrían sonado como una locura. Pero si encontraba el cuerpo era otra la situación, sin embargo, no sabía dónde se estaba. Pero ¿Cómo era esto posible? Si podía tener un conocimiento profundo de los pensamientos íntimos de las personas entonces debía saber dónde había dejado el cuerpo. Finalmente llego el dato que faltaba, no sabía porque el asesino tampoco sabía; cuando la mato, le administró un veneno muy poderoso en el whisky que acostumbraba a tomar. Juan, el marido, se fue para hacer unas compras mientras el veneno hacia lo suyo. Al regresar la esposa ya no estaba, no estaba en ningún rincón del hotel. Nadie la encontró ni realizo denuncia alguna.

Un instante después sintió en su mente que Juan salía del hotel, allí terminaba su conocimiento, todo se desvanecía fuera del Apart. Confusión, perplejidad, mientras abundaba información sobre los pasajeros que estaban en sus departamentos o habitaciones, nada sabía sobre Juan. De pronto lo supo, Juan entro al hotel usando su llave, atravesó la puerta, y nada, nada de nada. Todo estaba oscuro, no podía penetrar en su mente, había allí un cuarto en fuerte oscuridad. Caminó unos pasos hacia la ventana del departamento 23 y observó una escena dantesca. Juan estaba tirado en la recepción del hotel con un cuchillo clavado en su espalda, la sangre oscura y espesa lentamente se escurría de su cuerpo. Lo que parecía una habitación oscura era la imagen de la muerte, un cerebro sin pensamientos, sin sentimientos. Rápidamente abandono el departamento 23 y regreso al suyo, como era de imaginar no pudo dormir ni un poco.

Al día siguiente se dispusieron a ir nuevamente a la piscina climatizada y tal vez, con mucha suerte, podrían usar junto con su esposa el yacusi. Al salir del departamento Joseph noto que alguien salía del departamento 23, era una mujer adulta, se miraron fijamente. La mujer dijo, no todo lo que viste eran hechos consumados, la mayoría solo eran intenciones nunca concretadas. Yo supe de las intenciones de mi marido y simplemente concrete las mías. Solo usted pudo ver el cuerpo porque todos los demás dormían, claro que ya verifique su mente dentro del departamento 23.

- Estoy necesitando un socio para atender este Apart, ahora estoy sola y sin ayuda. Tal vez usted podría callar lo que vio a cambio de una nueva vida. Dijo la señora

- Acepto su nueva vida, sin embargo, nunca vi nada, no pensará que alguien pueda creer en el testimonio de una asesina. Respondió Joseph

A partir de ese día nadie hablo de Juan, el dueño del Apart, nadie se sorprendió cuando la señora decía que su hijo y su familia la ayudaban ahora.

El hotel del horrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora