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Noche 2

Otro día más de trabajo y Jimin volvía a tener el horario de noche. Su fin de semana estuvo tranquilo pero esperaba que toda su semana fuese así. Claro, no lo seria por el horrible lunes que lo esperaba. Se podía levantar tarde y vaguear en su casa hasta irse al trabajo a la noche pero no se podía dar ese lujo cuando tenía que pagar el alquiler de su departamento, la luz, el gas, el agua y diversas otras cosas que necesitaban ser pagadas.

Todo en el mundo era dinero. No había ni una sola cosa que no te podía hacer feliz sin causa del dinero. Tienes que pagar para escuchar una simple canción, la comida debería ser pagada. El agua por ley es gratis pero aun así se encontraba pagando por botellas de agua y el agua de su departamento.

Lo bueno de su día de trabajo era que esta vez no tenía que estar hambriento toda la noche. Había comido una cena abundante con sus amigos y no se podía quejar. La había pasado de maravilla con ellos, riendo a carcajadas hasta caerse de su silla o atragantándose con alguna bebida. Pero de nuevo estaba en ese restaurante donde debía trabajar.

Debía aguantarse las ganas de salir corriendo de ese lujoso restaurante por el momento. Pronto sería liberado de ese lugar.

Los lunes normalmente eran algo aburridos. No trabajaba su amigo ese día lo cual dejaría solo a Jimin para asistir a los clientes junto con otra muchacha quien no se podía acordar su nombre. La pasaba mejor con Taemin. Chismeaban de algunos clientes y observaban las primeras citas de algunas parejas que parecían estar tensas de incomodidad.

A Jimin le gustaba ver por la ventana del otro lado de su puesto de espera junto a la cocina. Podía ver como anochecía aún más, la luz de la luna alumbrando las calles. Si se concentraba podía escuchar los arboles moverse en el viento frío de otoño. Ayudaba mucho tranquilizarse del ocupado restaurante ver a través de esa ventana mientras escuchaba la música baja de fondo dando un ambiente calmado y un toque romántico, pero la charla de cada mesa cubría el sonido de la música.

El rubio a veces le gustaba la música que ponían. Era una lista de canciones elegida por el dueño del restaurante y debía que decir, tenía un buen gusto. No era nada como el pop que escuchabas en publicidades o en un centro comercial, sino más bien era blues. Anticuado pero hermoso a su oído. De vez en cuando se mezclaba la música clásica.

Jimin estaba terminando de limpiar una mesa cuando escuchó esa campanita que indicaba que alguien había entrado al restaurante. Volteó su cabeza intentando registrar a su compañera de trabajo. Ella estaba ocupada sirviendo otra mesa y decidió pasar rápidamente un trapo por encima de la mesa para así dirigirse al nuevo cliente.

Observó al hombre caminar libremente a una mesa desocupada y se sentó del lado opuesto a una silla vacía.

Alto, guapo, bien vestido y elegantemente peinado.

Jimin sabía de quien se trataba. Giró la cabeza en busca de su amigo, olvidándose que no estaba ese día. Maldijo entre dientes y se dirigió a la mesa.

—Buenas noches, hoy le estaré sirviendo esta noche —repitió por decimoquinta vez en ese día.

El hombre subió su mirada al rubio y le dio una sonrisa. Jimin pudo jurar que su corazón se derritió como chocolate cerca de fuego. 

—Hola. Lindo verte de nuevo.

Jimin sabia quien estaría tomando ese lugar vacío frente al hombre. Deseaba haber nacido mujer o el hombre que sea homosexual.

—Me preguntaba si tienen ese vino tan exquisito con cerezas. Me dejaste sorprendido ese dia. —Su postura estaba calmada pero su sonrisa y ese brillo en sus ojos demostraba satisfacción e incluso felicidad.

Cherry Wine || K O O K M I NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora