Parte III : El comienzo

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Ya hace una semana desde la fiesta y todo sigue igual, nada ha cambiado, cada quien con los suyos. Hoy le toca a nuestra clase jugar en los partidos de fútbol que organiza la escuela.

Al terminar el partido, todos llegaron con enojo ya que habían perdido y cuando Erick entró no hizo nada más que mirarme, como si yo tuviera la culpa. Después de un rato  sonó la campana de descanso y todos salieron. Excepto yo.

mientras que yo comienzo a sacar mi almuerzo de mi mochila, entra Erick y se sienta en su escritorio, estábamos en un momento incomodo, bueno así lo sentía yo cuando de repente siento como una bola de papel me golpea en brazo, al mirarlo me hizo un gesto con su dedo para que me acercara a él.

*Cuando me acerqué, este me toma de imprevisto por la cintura y me mira fijamente a los ojos diciéndome*

-Mike, sé lo que hicimos en la casa de Rebecca y por eso necesito tu ayuda!

-mi ayuda? para que?

-quiero que me calmes!

*Me sujetó a un más fuerte  alzándome para sentarme en sus piernas. Yo con angustia le digo*

-Que haces!

*Él con picardia en su mirada y un tono de voz como de villano me dijo*

-Me doy gusto!

En ese momento, comenzó a meter su mano lentamente dentro de mi camiseta haciendo que me sonrojara, tratando de controlar mis ansias, saco un caramelo de mi bolsillo y se lo pongo en su boca y le digo.

-¡Toma! con esto te calmaras! 

*Él mirándome con disgusto sube el tono de voz*

-Por qué!

*Me levanto de sus piernas quedando de pie frente a él y le respondo*

-Por que qué?

-Porqué  no me dejas darme gusto?
-Erick, sabes con quien estas hablando? 

-Contigo Mike

-Si! Con el chico que siempre se sienta atrás, al que tratan como el bicho raro

*Se levanta y me mira fijamente a los ojos*

-Si! Estoy hablando con ese chico, el que me hizo darme cuenta de lo que me invadía.

-Pero...

*Me pone un dedo el la boca*

-Ya! Mike, no pongas excusas que no te salvaras
-Salvarme? de que?

-De esto!

Botando el caramelo, me aprieta fuerte y se lanza hacia mi, dándome un beso.

Dándole un pequeño empujón,  logro soltarme para poder caminar hacia mi escritorio.

*Con carácter posesivo, me dice, mientras se va*

-¡Eres mio! y lo sabes!

-¡Eres mio! y lo sabes!

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