- ¿Cómo te llamas?- le pregunté al chico de cabello largo.
Mis manos aún temblaban por el frío y por el miedo de estar en éste lugar.
- No deberías estar aquí - dijo antes de levantarse de la silla y tomar mi cuello con su mano de metal.
Dolía. Dolía muchísimo. En parte por el frío de su mano y en parte por la fuerza que ejercía sobre mí.
De pronto mis pies dejaron de tocar el suelo y sentí como me movía. Él estaba caminando aún con mi cuello atrapado en su mano.Mi espalda se estrelló contra la pared y un dolor punzante se instaló en mi nuca. Sentí calor. Entre todo el frío de la habitación de pronto sentí calor. Bajaba por mí columna desde mi cráneo.
Estaba sangrando.
Sin darle más oportunidad de seguirme lastimando saqué mi daga de su estuche en mi pantalón y la clavé en su brazo de metal.
Antes de que me soltara un choque eléctrico llegó a mi. Le había provocado un maldito corto circuito y me había electrocutado.
Caí al piso. Me golpeé la cabeza de nuevo.
Todo se veía borroso y de pronto ya no pude ver nada. Me desmayé.