Capítulo 1.

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Realmente no recuerdo mucho de los últimos meses. Tengo recuerdos de mi infancia y algunos de mi estancia en el hospital, cuando detectaron un tumor en mi cabeza. Inoperable.
Fue un tiempo duro para mí y muy triste para mí familia.

Yo sabía de sobra que moriría pronto pero eso no impedía que el pánico de ese hecho se apoderara de mi cada vez que estaba sola. Mi familia no estaba preparada para dejarme ir y ciertamente yo tampoco quería dejarlos a ellos, no tan pronto, no de ese modo.
Por eso la propuesta que se me presentó una noche en mi habitación del hospital se sintió como un bálsamo. Una luz al final del túnel que conducía hacia mi inminente muerte.

- Es una verdadera lástima que siendo tan joven tengas los días contados - dijo una voz masculina.

Salté de mi cama y me giré para poder verlo. Ya había pasado la hora de visitas desde hace mucho tiempo, eran casi las dos de la mañana.
Estiré mi mano hacia el botón para pedir ayuda. Lo pulsé con fuerza dos veces.

- No pierdas tu tiempo, todo el piso se quedó incomunicado - su voz era paciente y tranquila.

No podía formular palabra alguna, estaba muy asustada.

- No te haré daño, todo lo contrario. Vengo a ofrecerte algo que te puede ayudar, una cura para ti.

Por más que odie admitirlo, la palabra "cura" llamó mi atención pero no lograba entender cómo es que él sabía que yo estaba enferma.

- Te hemos estado investigando, sabemos que estás enferma, sabemos que eres muy joven y sabemos que somos tu única opción - tomó la silla junto a la puerta y se acercó a la cama, situó la silla frente a mí y habló de nuevo -. Déjame hablar, solo escucha, estoy seguro de que hay cosas que te pueden interesar en lo que tengo que decirte.

Me senté el la cama lo más alejada posible de él. Sonrió al ver mi rostro, estaba asustada y él disfrutaba de verme así.

- Selena Everly - mi nombre me sorprendió al ser pronunciado por él.

- ¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre? - hablé al fin.

Recargó sus codos sobre la cama y me miró a los ojos.

- También sé que no quieres dejar a tu familia, ya no tendrás que preocuparte por eso, puedes curarte, yo te puedo ayudar.

Lo demás a partir de ese momento es historia. Es evidente que me curé, no quedó rastro de lo que fue mi tumor y tampoco quedan rastros de lo que un día fuí. Ya no soy la misma, ni física ni mentalmente.
Crecí unos cuantos centímetros, aumenté una o dos tallas, honestamente era difícil saberlo con certeza ya que la bata que uso me queda grande y hace mucho tiempo que perdí  los recuerdos de mi misma frente a un espejo. Mi cuerpo ya no se siente del todo mío, hay líneas más pronunciadas de lo que fue normal en mí.

Mis uñas están cortas y algo mordisqueadas, el encierro no me sienta del todo bien, además de que la oscuridad que hay por las noches me aterra, a penas y puedo dormir.
En más de una ocasión pude escuchar gritos desgarradores, cómo si estuviesen torturando a alguna persona, los gritos se escuchaban lejanos pero eran tan desgarradores que yo terminaba llorando de miedo hecha un ovillo en la esquina más oscura de la habitación. Seguramente mis ojeras son gigantes.

Me alimentan a diario tres veces al día y si tengo hambre solo debo pedir comida, tengo agua, me dan libros y me dejan escuchar música, que es justo lo que estoy haciendo en este momento.
Es un pequeño reproductor MP3, algo viejo pero para mí es suficiente.

La gente aquí es fría, distante. No tengo idea de si hay más personas a las que estén curando, pero además del horrible grito que escucho algunas veces no he escuchado a nadie más que esté aquí como paciente.

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⏰ Última actualización: Jan 23, 2018 ⏰

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