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En verdad
Hoseok

Los sábados eran mis días favoritos. Dormíamos hasta tarde, yo al menos, y cuando el ruido de la calle parecía ensordecedor Hyungwon venía a buscarme con manos suaves para despertarme. Siempre me susurraba lo mismo, parecía un poema de niño de secundaria "Despierta, que con el día se escapan muchos besos". Me besaba a pesar de tener aliento de mañana. Sabía por eso que en verdad me amaba.

Desayunábamos en silencio, su mano estaba entrelazada a la mía mientras maniobraba con su café y el periódico. Más de una vez le dije que mirara el noticiero, el decía que se sentía importante si leí las noticias del papel. Pensaba que muchos árboles morirían por nada si empezaba a introducirse a la tecnología.

Mientras el lavaba la ropa de la semana, yo hacía yoga con el gato entre mis piernas. Él se uniría a mi cinco minutos después, sentándose en el sofá junto a mi y poniendo un poco de música que después se convertiría en el ambientador de una sesión de besos.

Solía amar los sábados más que nada en el mundo, porque, justamente, parecía que nosotros éramos los únicos habitándolo.

El martes después de nuestro último sábado juntos, el día de nuestro quinto aniversario, Hyungwon no volvió. Había dicho que tenía una reunión importante que terminó siendo una excusa para que no me preocupara por su retraso. Más tarde me enteré que estaba en el centro comprando sortijas de compromiso.

La llamada llegó en un mar de angustia, mi corazón palpitaba a mil por hora esperando que su voz me tranquilizara diciendo que había mucho tráfico y estaba esperando para poder doblar en la calle de nuestra residencia. Pero no fue él. Fue un oficial de policía demasiado ofendido por tener que llamar a la pareja homosexual de la víctima. La única palabra que pide procesar fue esa, víctima. Hyungwon había sido atropellado tres cuadras antes de llegar a casa, con los anillos grabados en el bolsillo corazón de su chaqueta y un pastel de fresa en el asiento de copiloto.

Corrí como condenado hasta el hospital, el gato había maullado porque lo llevara conmigo –la necesidad de compañía me hizo creerlo– y esquivé tantas camillas como mis piernas me lo permitieron. Cuando llegué, la voz de Hyungwon diciendo que solo fue un raspón nunca llegó. Cuando llegué, un médico me arrancó lo que me quedaba de vida con simples palabras.

"Lo lamentamos, pero el paciente está en coma" me había dado sus pertenencias y me había llevado a la habitación donde se encontraba el amor de mi vida, entubado y magullado, con la más angelical cara de ensueño.

Casi nunca me despertaba antes que Hyungwon, pero cuando lo hacía, el espectáculo de sus pestañas contra su mejilla y sus labios secos suspirando eran mejor que cualquier amanecer.

Tal vez por eso, pensé, ese mismo día el destino me había regalado despertar antes. Solo él sabía cuándo nos volveríamos a encontrar.

☁️
nota de autora
les dije que era angst
mad

detrás de tus párpados ; hyungwonhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora