Capítulo 1
Hace tanto tiempo que no me llega un mensaje que me asusté de repente al escuchar el pequeño silvido de cuando llega alguno a mi celular.
—¡Por fin alguien se acuerda de tí Louis! —se burló mi primo mientras me aplaudía.
Estábamos juntos sentados en el sofá de la sala, y con una sonrisa muy picara no dejaba de sonreírme burlonamente.
—Cállate —protesté con mirada seria mientras lo miraba de reojo y seguía en lo mío.
Pestañeé rápidamente y moví la cabeza negandole la palabra.
Él volvió a sonreír y se dirigió a su habitación, mientras que yo segundos después corrí tras la búsqueda de mi celular para ver porqué había notificado algo, el cual seguramente se encontraba en mi habitación.
Me levanté del sofá, tomé el control, apagué la televisión y fui.
Abrí la puerta y el celular estaba cargando encima de mi litera, lo desconecté y tomé asiento en el borde de mi cama. Viéndolo detenidamente en la pantalla de inicio sufrí una enorme decepción.
—¡Mierda! —grité fuerte, triste con el celular en mis manos mientras caía en la cama agotado.
—¿Qué pasó? —preguntó en un fuerte grito desinteresado mi primo desde el otro lado de la habitación, donde se encontraba él.
—Ehm.. —miré a los lados— Nada importante —seguí, dejé mi celular sobre mi cama y salí de mi cuarto.
Tomé mi cabello y pasando mis manos estresado por él me despeiné más de lo que ya estaba. Respiré hondo y toqué a la puerta de Jeremy.
—¡Era un mensaje de la compañía de servicios telefónicos! — señalé furioso mientras entraba al cuarto, enseñándole el aburrido texto sobre el cobro de factura emitido.
Mi primo se rió a más no poder, ya que es lo que a él mejor le sale hacer, tomando con sus manos y presionando su estómago como si se fuera a morir de risa o le fuera a dar una embolia emocional, lo cuál me molestó mucho porque es un burlista, y yo como todo chico educado, más de 3 risas es más que suficiente.
—Estúpido —ataqué y lo dejé riendo solo.
Cerré con fuerza la puerta y se escuchó inmediatamente un grito diciéndome groserías.
—Es Jeremy, no se puede esperar más de él —pensé.
Me dirigí al espejo del cuarto de baño, en el cual me miré un largo rato. Mierda, ya veo porqué nadie me quiere.
Después de autodecepcionarme un buen tiempo, despeiné nuevamente mi cabello con agua y fuí a la cocina a ver si mi tía ya había terminado el almuerzo. La miré y brindé una sonrisa de un millón de dólares. Ella asintió, como diciendo "Ven, ya está la comida". Tomé asiento en las sillas del comedor y la miré esperando a que dijera algo.
—Hay sopa de fideos, debo salir y opté por lo mas rápido —señaló con un dedo indicando la olla— Ya le dije a Jeremy que friegue los platos después de que coman y luego den una barrida a la casa si queda sucia, por favor Lou —resumió mientras tomaba su bolso y contaba unas monedas para el bus.
—Claro, está bien —dije con sencillez.
Al decir eso, antes de salir caminó rápidamente hacia mi, besó mi frente y se marchó. La miré desde la ventana y nos despedimos con las manos.
Fui nuevamente a mi habitación a tomar mi celular y le eché un ojo a las notificaciones, no había nada nuevo.
No soy de ese tipo de personas que cuentan con muchos toques, likes y solicitudes en Facebook, seguidores en Twitter, preguntas en Ask y millonadas de mensajes en Whatsapp. No soy de las personas populares a las que te llaman o escriben y te dicen:
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C R U S H
HumorNo es fácil ser un adolescente como Louis O'Brien a sus 16 años, sin padres, sin popularidad, sin haber besado nunca y viviendo en una casa con su apuesto primo, su amorosa tía y un pequeño hámster llamado Mr. Brad. Nada puede salir mal si nadie se...