No sabes cuánto me dolió verte partir en aquella nave. Recuerdo que siempre decías que las estrellas que conformaban el vasto cielo te parecían luciérnagas... Supongo que desde tu ventana pudiste soñar con incluso tocarlas. Estabas tan cerca de ellas que casi podías rozarlas con la punta de tus dedos.
Y el desastre inminente llegó. Mientras tu vida ponía rumbo a nuevos horizontes, el planeta Namek se sumía en la catástrofe atmosférica más cruel de nuestra historia. Azotó nuestra subsistencia, arrancando la naturaleza por completo, despojando al ambiente de un oxígeno respirable para nuestra forma de vida. Luego llegó la oscuridad, ya no quedaba nada... Y aquí rompí mi promesa, hijo, esa en la que te decía que más temprano que tarde me reuniría contigo. Eras tan pequeño para comprenderlo...
Ojalá me perdones, pero la muerte me llevó, impidiéndome cumplir con mi cometido.
Yo te sumí en la soledad, en la ignorancia del planeta en el que te hallabas y hasta de tu misma raza o procedencia.
Si supieras que desde aquí arriba he vigilado cada uno de tus movimientos, desgañitándome en el desasosiego que me provocaba el no poder estar ahí para calmar tus miedos y angustias. No te imaginas cuán largas eran las horas que pasé observándote sin cesar, contemplando con arraigada pena cómo tu existencia se convertía en una vorágine de dudas e incomprensión. Y lo peor de todo es que el tiempo pasaba, y no sólo metafóricamente, porque tu cuerpo cambiaba y maduraba a pasos agigantados mientras veías los días pasar, sentado en aquella solitaria y desolada meseta, sin nadie con quien poder hablar.
Y pude contemplar la belleza del lugar en el que te encontrabas. Las memorias de cielos verdes y árboles altos y delgados se apagaban para dar paso a esa frondosa naturaleza tan dispar a la nuestra. Aquellos árboles de copa espesa y tronco grueso te arroparon en incontables ocasiones de aquél sol abrasador, porque, a pesar de la nave que usabas como hogar, tú preferías estar a la intemperie, a la vista, esperando mi regreso, con el temor creciente de que, al no verte, desapareciera de nuevo.
Algo que nunca llegó a suceder.
Pude darme cuenta entonces de que tu memoria se hallaba mermada. Parecía que no sabías nada sobre tu procedencia, sobre ti mismo. Creías que eras igual que aquellos seres que habías divisado a lo lejos, aquella rudimentaria forma de vida tan tan distinta a la nuestra, pero no puedo culparte por ello, era a lo único a lo que podías agarrarte para no perder la cabeza. Ni siquiera eras capaz de recordar tu propio nombre, y una vez más pediré perdón, porque ni siquiera yo mismo soy capaz de recordarlo.
Lloré de felicidad cuando al fin te convertiste en un adulto y me apagaste en tu mente, decidiendo al fin dejar de esperarme. Estaba tan orgulloso de ti... Dejaste aquella destartalada nave para ir en busca de tu destino. Y sin duda lo encontraste...
Te vi crear las esferas del dragón, al igual que su contraparte, las esferas negras. ¡Qué ironía del destino! ¿No te parece? Te vi delante de ellas, estabas decidido a usarlas y pedir tu deseo. Aún me pregunto cuál sería. Pero una visita inesperada y desconocida te impidió hacerlo, y menos mal que llegó en el momento justo...
¿Quién iba a decirte que gracias a ello dejarías de existir tal y como yo te recordaba? ¿Y quién iba a decirme a mí que parte de tu alma, por llamarlo de algún modo, se convertiría en Dios?
Te vi batallar con todo tu ser por conseguir tu meta, pero la parte maligna que residía en ti te impedía hacerlo. Y vi con preocupación y congoja cómo te deshiciste en tu propio dolor por desatar de ti ese mal que arraigaba en tu interior. Tuvo que ser terriblemente doloroso expulsar de tu cuerpo a otro ser que formaba parte de ti.
Y en este punto es donde ya no sé cómo referirme a ti. ¿Kami o Piccolo Daimao? De todas formas tú preferías ser llamado "el creador", el Dios de la Tierra, quien custodiaba el planeta desde su elevada atalaya, desde su Templo Sagrado.
ESTÁS LEYENDO
Katattsu: A la promesa que nunca pude cumplir #TheDomains2018
FanfictionHijo... Si supieras cuánto lamento no haber cumplido mi promesa... Lo intenté, desesperadamente lo intenté, pero la catástrofe llegó tan pronto... demasiado pronto. Lo único que pude hacer fue salvaguardar tu vida, mandándote lejos de mí... Y ahora...