•Capítulo 1•

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Era una tarde como cualquiera, mis días últimamente se resumían en pasarla recostada en mi habitación, escuchando música de vez en cuando, era mi lugar seguro, era capaz de distraerme de los pensamientos más terribles que inundaban mi cabeza, aunque no siempre funcionaba.
Era un día nublado, pero era un día lindo.

—¿Maddie? —La dulce voz de Sophie, mi hermanita, me saca de mis pensamientos, ella asoma su pequeño rostro desde la puerta entreabierta de mi habitación. Parecía haber estado jugando por su corto y lacio cabello despeinado.

—¿Qué pasa, enana? —Me incorporo en la cama pegando la espalda sobre el respaldo de esta, estirando así mis piernas.

—¿Cuándo va a venir Matty de nuevo? —Me pregunta con esa carita tan tierna y tan inocente que me encanta, sabía que ella no era consciente de todo lo que pasaba a nuestro al rededor. A veces solo quería mantenerla en una bola de cristal, alejarla de toda la maldad, pero sabía que eso era imposible.

Suspiré pesado y traté de sonreír, ella aún es muy pequeña para entender todo lo que está pasando—. Uhm, no estoy segura, cielo... —La tomo entre mis brazos y la siento sobre mis piernas. Ella recuesta su cabecita sobre mi hombro y con mi mano libre acaricio su bello rostro, me sentía tan impotente al no poder ser honesta con ella, al mentirle y saber que a pesar de querer protegerla, la estaba dañando.

Mis ojos ardían y no sabía que decir, tenía que ser fuerte delante de ella, a ella le afectaría verme así y lo que menos deseaba en este mundo era afligirla.

—Lo extraño mucho. —Exclamó con un toque de tristeza en su voz, al mismo tiempo que tallaba sus grandes ojos, una pequeña mueca se forma en mis labios, dolía tanto verla así.

—Lo sé, pequeña, yo también lo extraño mucho.

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—¿Cuándo piensas decírselo? —Estaba irritada, no se necesita mucha ciencia para ver que mi mejor amiga, aquella castaña de estatura baja, está más que molesta conmigo.

—No lo sé, Am, aún no estoy lista. —Llevo mis manos a mi cabeza y paso las hebras de mi cabello entre mis dedos en un gesto desesperado, me sentía estresada y oír sus sermones en este precioso momento no era lo mejor.

—¿Aún no lo estás? ¿Entonces cuándo? —Se cruza de brazos mirándome frente a la cama en la cual estoy sentada, enarca una ceja y sus ojos no se apartan de los míos, es increíble cómo impone tanto con tan solo una mirada.

—Am, ahora no porfavor...

—¡Nunca quieres hablar de esto! —Me mira exasperada y completamente irritada sin moverse de su lugar—. Es hora de que afrontes tu realidad, ¿No ves el daño que te estás haciendo? Y no solo a ti, Maddy, si no a todos los que estamos a tu alrededor, ¿Acaso no te das cuenta?

—Amanda...

—¡Amanda nada! —Me corta de tajo y me mira casi suplicante, acercándose a mí y tomando mis manos—. Te estás destruyendo a ti misma. —Su voz por un momento se quiebra y me mira con genuina preocupación en los ojos, no quería verla así, me dolía verla así por mi culpa, por lo que aparto la mirada de sus ojos—. ¡Por favor! No fue tu culpa, y lo sabes...

—No. —La corto ahora yo a ella y me alejo inconscientemente, poniéndome de pie—. No digas eso porque sé que todos piensan lo contrario, ¿Crees que no sé cómo me mira Scott siempre que me lo topo en clases? ¡No soy estúpida!

Chocando contra el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora