El día de mi décimo quinto cumpleaños recibí un diario, me lo regalo mi madre y no supe el por qué. Años después, cuando llené sus páginas con lamentos escritos, rayones y lágrimas entendí cual era el sentido que ese diario tenía en mi vida. Expresión. Era la forma que tenía mi madre de saber que pensamientos surgían en mi perturbado cerebro, hablar no era lo mio cuando se trataba de sentimientos, debió sentirse frustrada con una hija así. Tal vez llegó a leerlo pero nunca dijo algo, me observaba como un espécimen extraño y me hacía sentir culpable, siempre ha tenido ese don fantástico. Debo confesar que se lo agradezco, porque así empecé a escribir. Así me liberé.
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Confesiones de una desadaptada
ChickLitSí. Tengo algo que decir, algo que contar. No tengo a quien decírselo, y no lo puedo gritar.