Capitulo 2
Luego de que los gemelos discutieran por un largo rato, repararon en el hecho de que una humana, Camelia, observaba y oía toda la disputa. Decidieron entonces que lo mejor sería llevarla hacia la "Fortaleza", ya que no podían dejarla sola y a la deriva. Camelia pensó que sería una buena idea, pues al llegar, probablemente encontraría adultos que le dijeran dónde se encontraba, cómo había terminado ahí y el camino de regreso.
Ambos niños tomaron las manos de la chica, y con Cat siguiéndolos, emprendieron viaje.
Caminaban rápidamente; Yai tarareaba alguna canción y Cai, cada tanto, sacaba una gomera para disparar al cielo las rocas que encontraba en el serpenteante camino. Camelia observaba todo a su paso en silencio, como si guardara respeto. Embelesada por el color claro y cristalino del agua de las costas, y el viento fresco que parecía aportarle paz en tan extraña situación.
-Ya vamos a llegar-afirmó Cai. Parecía, por el momento, ser el mayor de los gemelos y el que tomaba las decisiones.
Camelia notó que entraban a una espesa selva, llena de palmeras, comprobando así que aún se hallaba en una isla. Pero dudaba mucho de que fuera la misma donde encontrara a sus amigos.
Mientras caminaban, a Camelia le dio gran curiosidad la ropa de los niños, a la cuál no le había prestado mucha atención, pero ahora notaba que, de hecho, no eran simples túnicas. Las telas eran blancas (sin contar el barro que los niños le habían agregado), resplandecientes al primer contacto con luz. En sus cinturones, llevaban cantidad de armas y herramientas, que Camelia creyó, aún no tenían edad para conocer la mayoría de las mismas y dudaba que supieran usarlas.
Le extrañó también no ver antenas, civilización cercana, ni medios de transporte comunes, como colectivos. Sacó su teléfono para probar suerte pero fue en vano; no se prendió el aparato siquiera. Suspiró frustrada y ya algo cansada por la caminata. Si estos niños vivían en esa "Fortaleza", estaban bastante alejados de casa.
Iba a preguntarle a los niños, cuál era el significado del símbolo plasmado en el pecho de las túnicas, cuando el sonido de una fuerte campana, la sacó de sus pensamientos.
-¡Oh, diablos, lo olvidé!-exclamó Cai agarrándose la cabeza.
-¡Ya es la hora!-gritó Yai, visiblemente emocionada. Camelia no comprendía nada.-Vamos...
-Camelia-completó la chica.
-¡Oh, qué bello nombre!-sonrió Yai.
-Vamos Yai, no te distraigas, debemos irnos-apuró Cai a su despistada hermana. Ella asintió y tirando de la mano de Camelia, comenzó a correr. Cat, como si entendiera la situación, los siguió velozmente.
Pronto se toparon con una enorme e interminable muralla de piedra, con puertas de madera tallada con símbolos que Camelia nunca había visto; y el que los niños llevaban en sus ropajes. Un camino adoquinado comenzaba al terminar la selva y chocaba con la puerta. Cai tocó y esperó. Nada.
Luego, respiró profundo y posó su mano extendida sobre la misma, cerrando los ojos. Yai contuvo la respiración, asombrada. Camelia miraba al muchacho sin comprender qué esperaba con eso. No sabía si había sido imaginación suya o ya estaba deshidratada, pero pudo ver que una especie de corriente eléctrica se expandió por la puerta, con la mano de Cai como raíz y, como consecuencia, con suave rechino, la entrada estaba abierta.
Cai, algo sudado pero satisfecho, sonrió con elegancia, chocando los 5 con Yai, quién no podía contener la emoción.
-Vamos-dijo agitado-. No nos demoremos más.
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El Octavo Libro
FantasyCamelia Leen no se imaginaba lo que esa isla ocultaba, guardando un secreto destinado solo para ella. Una antigua profecía, cerca de cumplirse. Enemigos legendarios, incluso antes de su llegada al mundo, la aguardaban. En su inocente y aventurera vi...