Burbujas III (JaeLo)

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La coreografía que Jongup y Zelo habían creado iba perfectamente acorde con lo fuerte de la canción, pero a su vez ésta era terriblemente complicada. O al menos así lo delataban los múltiples moretones presentes en las rodillas de los chicos.
Un mes había pasado desde que iniciaron a ensayar, mes en el cual los chicos realmente se sintieron como si se estuviesen preparando para un glorioso debut o algo por el estilo. A pesar de lo cansado y extenuante que era dedicar el poco tiempo libre que les dejaban sus respectivos trabajos y estudios para bailar y entrenarse, lo hacían diligentemente, sin protestas ni reproches algunos, pues estaban realmente convencidos de poder alcanzar su objetivo en común.
Durante el tiempo juntos, la armonía entre ellos se había afianzado a tal punto de que ya no sólo se veían como compañeros de equipo, sino que se consideraban también amigos bastante cercanos. Eso se dio a notar más claramente cuando fue el cumpleaños de Daehyun. El chico se había mudado de Busan a Seúl debido a un cambio de matriz que tuvo la empresa en donde trabajaba, y como había pasado tan corto tiempo en la nueva ciudad, no había conseguido hacer muchos amigos, así que creyó que pasaría su cumpleaños solo. Con lo que no contó fue que Himchan una tarde le había robado las llaves de su departamento sin que se diera cuenta y le había sacado un par de copias sin su consentimiento. El día de su cumpleaños, cuando Daehyun entró a su casa, encontró a los cinco chicos lanzándole confeti a la cara (tan violentamente que algunos hasta entraron en su boca) y soplando ruidosos silbatos muy, muy cerca de su oído. Al principio Daehyun no supo si ahorcarlos o abrazarlos.
Aquella fue una noche bastante alegre en la que se relajaron conversando y bebiendo un par de copas. Y como todos durmieron en su casa aquella noche, al día siguiente Daehyun no supo a cuál de los cinco se le había ocurrido la grandiosa idea de dibujarle un gran pene en su frente mientras dormía.

Por su parte, Zelo estaba cada día más encantado de lo que Jongup y él habían fundado. Para él, aquel gajo de idiotas prácticamente se había convertido en su segunda familia. Ensayando de cuatro a ocho, lograba relajarse y olvidar por un instante todos aquellos pesados problemas que cargaba sobre sus hombros. Algo parecido ocurría con Youngjae, solo que al revés. El dedicarle tanto tiempo a los ensayos y a los chicos, lo habían hecho aflojar un poco en sus estudios y descuidar un poco las relaciones familiares, por lo cual, sus padres no estaban muy contentos que digamos con, lo que ellos así llamaron, su nuevo pasatiempo.

—¡¿Ya te dije que el premio son treinta millones de won?! —dijo Youngjae como respuesta a su madre cuando ésta le cuestionó una vez más él porqué seguía perdiendo el tiempo en las calles y llegando tan tarde a casa cada noche.

—Ja, como si el premio fuese solo para ti. Tendrás que repartirlo con los otros vagos esos, ¿no?

—De todos modos me tocaría cinco millones, ma. Es una buena cantidad. Al menos la suficiente como para dejar de lado eso de vender burbujas por ahí.

—Ya veremos —refunfuñó ésta—. Me convenceré cuando me vengas con el dinero en la mano, eh.

Exhausto de dar las mismas explicaciones cada noche, simplemente se encerró en el baño para tomar una larga y relajante ducha.
En momentos como esos siempre le gustaba recordar a Junhong. Era tan joven, pero a su vez tan maduro e independiente. Sus padres vivían en Mokpo y él había venido solo a buscar suerte a la gran ciudad. Había conseguido ser trainee y vivía en una habitación asignada por la empresa en la que convivía con otros aprendices provenientes de provincia como él. Es verdad que vivía de manera algo limitada, pero al menos nadie le decía cómo debía vivir.
Youngjae entonces suspiró. No supo bien cuando, pero el cariño inmenso que sentía por aquel chico, se fue convirtiendo de a poco en una especie de enamoramiento. Y no supo si fue por la tierna manera en como siempre lo miraba o si fue por la dulce manera en que el menor lo seguía a todos lados como si fuese una especie de cachorrito, pero, a Youngjae le dio la ligera impresión de que Zelo sentía también una gran empatía para con él. Es más, a veces se sentía como.. si de verdad Junhong gustara de él. Pero entonces, de ser así, ¿por qué no daba el siguiente paso? Youngjae se golpeó mentalmente recordando que Junhong era menor a él, después de todo. Casi un niño. Sacudió de su cabeza ese pensamiento. No, Zelo ya no era un niño. Aunque a veces por su aspecto no lo pareciera, ya era un adulto. Pero aún así, era menor a él. Y no es que a Youngjae le preocupara demasiado la edad, es sólo que nunca antes había salido con alguien menor. Todas sus anteriores parejas habían sido mayores, porque le daba la impresión de que sólo saliendo con alguien que fuera mayor que él, podía tener esa sensación de seguridad y protección.

La triste historia del sapo de Zelo. Y otros relatos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora