Prólogo

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Allí estaba el moreno, nuevamente al borde de la porcelana del baño, mientras montones de pétalos de jazmín flotaban en el agua teñidos de tonos carmín. Otras cuantas flores mas se encontraban atoradas aun en su garganta, entre sus dientes y bajo su lengua, como si no quisiesen salir a la luz a pesar de que supiesen de su existencia.

La sensación era asquerosa a la vez que dolorosa. El sabor a hiel se impregnaba en su lengua, pero no había nada que pudiese hacer. Tocer flores le desgarraba la garganta, su traquea se encontraba hecha añicos por la exigencia de salida de aquellas plantas, las cuales de un momento a otro habían enraizado dentro de el.

Sabia perfectamente de que se trataba, hacia ya mas de un mes que el doctor le diagnostico aquella extraña enfermedad surgida por un amor no correspondido.

Era uno de esos afortunados de 1 en 1 millón, inclusive parecía que se había ganado la lotería de las enfermedades. Vaya caja de sorpresas la que se había vuelto su vida, casi una ruleta rusa de emociones que ni el mismo sabia controlar.

Malzahar no se lamentaba de aquello, amar a su mejor amigo era lo que había echo desde ya hacia un buen puñado de tiempo e inclusive parecía que le seguiría amando aunque aquello le llevara a un final poético, en el cual se vería cubierto de flores que crecerían desde su propio interior.
Algo irónico, morir rodeado por las mismas flores que se encargarían de acabar con su corta vida.

Talon era el chico de sus sueños, protector, de profundos ojos color pardo, alguien en quien siempre pudo confiar, el príncipe que solía salvarlo. Así era como lo veía, generando hacia el un amor puro que jamas podría ser correspondido, puesto que el pelicastaño mantenía una relación amorosa con una muchacha llamada Riven, una peliblanca bien parecida que no acababa de agradarle.

Tenia claro lo que hacia aquella enfermedad, los estragos que haría en su cuerpo, el período de gestación e inclusive las formas de curarla, pero aquello estaba fuera de sus planes.

El método mas efectivo era que el amor fuese correspondido, mientras que el otro era ser sometido a una cirugía donde se removiera la infección, aunque abría daño colateral y este seria la perdida de cualquier sentimiento hacia la persona en cuestión.

Aunque la segunda no era opción para el muchacho quien se renegaba a dejar de querer a Talon, preferiría mil veces morir que dejar de amar al único chico que le brindo mas que una sonrisa en su vida.

Habían cosas extrañas en el mundo y una de ellas era que el amor no correspondido floreciera literalmente dentro del desdichado huésped.

El nunca pidió enamorarse de nadie, pero la vida era caprichosa y desgraciada, brindandole un amor doloroso de la mano a una maldita enfermedad que no podía curar de manera tan fácil, quizás solo le restaba esperar y aferrarse aun mas a aquel amor que poco a poco le terminaría consumiendo la vida.

Flores entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora