Rebote

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El sol se ocultaba dando paso a las tenues y suaves luces del ocaso purpura entre colores rosas, anaranjados y lilas. En pocas horas, el hogar de Bills el Destructor, se vio envuelto en el frío manto estrellado del anochecer. La brisa fría de la noche estremeció al césped recién cortado en un ligero y suave movimiento, las luciérnagas revoloteaban por los jardines del castillo en espirales de pequeños destellos ámbar y la luz de la luna menguante iluminó con tenuidad los pastizales libres de árboles frondosos, dando un aspecto misterioso y a la vez acogedor al castillo construido en el gran árbol situado en el centro del planeta.

Dentro del gran recinto, sentado en una de las sillas flotantes, con las piernas separadas, el mentón perezosamente apoyado en la fría superficie color arena y las orejas gachas, dicho Dios esperaba la cena en el interior del comedor sumergido. Hace una hora que había despertado de su pequeña siesta de cuatro meses a causa de las continuas protestas de su estómago vacío.

"Whis" Llamó por quinta vez al nombre de su asistente en la cocina "¿Ya?" Preguntó, arrastrando las palabras con pereza y desanimó. "Tengo hambre" Con un leve impulso de su pie, hizo levitar más alto el mueble, haciendo unos cuantos giros en el aire sujetando la base de la silla con las garras y el respaldo de la misma con la cola para hacer una pirueta y quedar de cabeza aún sentado en el aire sobre la silla.

"¡¿Todavía no?!...hambre, hambre. Tengo hambre, Whis...me muero...¡Whis!"

Por otro lado, Whis preparaba la cena con calma y sin prisas, ignorando las quejas insistentes de su superior y sazonando el estofado de carne y verduras en la olla al fuego. Un delantal con volantes y bolsillos de color morado se ceñía a la cintura del ángel para brindar protección a su elegante y propio atuendo de asistente.

"¡Whis, mi comida!" Nuevamente la voz quejumbrosa de su señor resonó en sus oídos. Internamente suspiró al mismo tiempo que sacaba una de las ollas del fuego para colocarla sobre una tablilla de madera y en su lugar colocar una sartén con aceite.

El aburrimiento de Bills era de la misma proporción que su apetito y no se restringía en mostrarlo en lo más mínimo. Con tres rayos de ki púrpura destrozó tres lámparas en un juego de tiró al blanco, partió un cuarto de la mesa con sólo golpearla levemente con la punta de una de sus uñas, partió por la mitad dos sillas e hizo unos cuantos malabares con la fruta que se encontraba sobre un recipiente de cristal en la mesa.

Whis escuchó todo el desastre en el salón contiguo frunciendo el ceño cada vez que escuchaba algo más romperse. Los cortes que hacía en la zanahoria bajo el cuchillo, con cada ruido se hacían bruscos y rápidos con forme a la intensidad de los estruendos .

En el comedor, Bills dejó un desorden en muy poco tiempo, cantidades grandes de polvo y tierra mancharon el Inmaculado suelo el cual, fue aseado y pulido horas antes por Whis, la fauna marina detrás de las gruesas paredes transparentes permanecía ajena a la destrucción del interior, nadando de forma tranquila.

Al quedarse sin nada más interesante para destruir, la deidad bajó de su asiento flotante para merodear por la extensa habitación. Caminó varios minutos dando vueltas al azar hasta que algo despertó su interés. En un rincón alejado, el báculo de su asistente reposaba apoyado sobre la pared con la esfera reflejando la luz tenue.

La curiosidad de Bills destello en sus adentros y se acercó para coger el cetro, justo antes de tomarlo echo un vistazo en dirección a la cocina para asegurarse que Whis no lo viera, al asegurarse de que no era visto, lo tomó con ambas manos caminando distraídamente al centro del salón.

El artefacto era liviano casi sin peso alguno, algo grande de longitud para Bills puesto que era casi igual de largo que Whis, la superficie lisa sin rastro de alguna ruptura, raspón o rayón, resplandeciendo, dando la impresión de que fuese nuevo. En la esfera negra se reflejaba la luz de las lámparas restantes junto con el rostro curioso de Bills deformado por la curvatura de la misma. Al girarlo para un lado la versión en miniatura del halo en el cuello de su asistente giró tambaleante alrededor de la bola de cristal

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