BaekHyun no creía en suerte, para nada, él tenía una fuerte opinión de que collares, pulsares, dijes, pergaminos o tipos lámparas no tienen una influencia en nosotros en darnos suerte. Que de ellos, no depende lo que nos sucederá en futuro y que ve innecesario llevarlo a todas partes para que la mala suerte se aleje de nosotros. Pero tampoco puede decir que estúpido, respeta a las personas creyentes en eso, significa que tampoco se interfiere en eso. Tenía a Dios, y le temía, él era todo: destino, suerte, percepción, intuición, presentimiento. ¿Quién sabe que la singular suerte que vive entre las personas, sea únicamente mala y no lo saben? ¿Para qué quieren sólo la suerte si tienen a Dios mismo, que es el paquete completo?
Puede decirse que BaekHyun tenía sus razones, pero no quería recordarlas, el dolor y angustia se apoderarían de él, haciendo que vuelva a estar en ese estado de coma emocional. Su negación ante todo lo relacionado con el pasado de su hermano era grande, pensaba en su salud mental para no volver a recaer.
—BaekHyun... —, la voz de su novio lo sacó de su depresión mental, volteó para apoyarse en su pecho, se tranquilizó un poco con los latidos de su pareja.
—Te escucho, tranquilo. —Aspiró el aroma a canela que desprendía su amado.
Sintió una mano revolver lentamente el cabello hacia atrás, y otra arropándolo por completo, hasta el pecho, se acercó más al cuerpo contrario, sintió que el sueño le vencía pero quiso tener una última vista de ese día: un desnudo pecho ligeramente trabajado moviéndose serenamente por la respiración, clavícula pronunciada; alzó la vista, encontrándose con una mandíbula que él calificaba como exquisita, deseable a la hora de unir sus cuerpos en cuanto se deseaban. Subiendo un poco más la vista, que se posó en una sonrisa de labios, y finalmente encontrándose con esos ojos que lo hipnotizaron al primer día que lo vio, devolviéndole la mirada.
Sabía que estaba siendo observado por su novio, pero no le importó, sabe que a BaekHyun le encanta escanear su cuerpo algunas veces, cuando agradecía a Dios por ponerlo en su vida en cuanto iba a caer, en cuanto iba desvanecerse a sí mismo.
BaekHyun suspiró, y gustoso, se volvió a acomodar en el pecho del más alto, a lo que él reforzaba sus brazos alrededor de BaekHyun
—Me encanta cuando me miras de esa manera —, le susurró su novio, haciendo notar que ya estaba casi en el quinto sueño1.
—¿Ah sí? —Se hizo el desentendido el rubio, dejando de lado el sueño que le dominaba.—No sabía, ChanYeol, gracias por informármelo. —Pronunció sarcásticamente a la vez que se reía, ganándose un mordisco en la oreja, se encogió ante la acción.
—Estúpido. —Murmuró ronco ChanYeol, aspirando el olor del cabello de su pequeño novio.—Quisiera ir mañana a comer afuera, salir un rato, a veces me siento encerrado. —Se formó un puchero en sus labios, visto por BaekHyun.—Hay un nuevo restaurante que abrieron la semana pasada y quiero invitarte a comer, ya sabes, salir un poco de la rutina.
—Lo que tú quieres es dejar de comer lo que preparo.
Una risita escapó de su novio, depositando un beso en el cabello rubio, dijo:
—Lo que yo quiero es tener una cita contigo.
—Podemos tener la cita aquí, ChanYeol, ya sabes, yo pongo la música en el reproductor, cocino un gran festín para ti sólo, estamos más seguros, apago las luces...
ChanYeol suspiró y apretó los brazos alrededor de su novio, le rompía el corazón el complejo que BaekHyun tenía en su mente, nadie tenía la culpa de eso, ni siquiera su propio novio. Aún así, usó su bella sonrisa, exclusivamente para la hermosa persona que se apoyaba en él.