De mejillas esponjosas y puños enojados.

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Los fuegos artificiales explotan detrás de los párpados de Doyoung. Lleva los ojos cerrados y esa pirotecnia se revuelve, creando remolinos anaranjados y luego verdes. Luego todo explota de nuevo.

Entonces, una violenta sacudida provoca que se despierte y mire por la ventana. Allá arriba el cielo está blanco, casi gris, y pareciera que las nubes están tocando el suelo pero en realidad sólo es el clima neblinoso y frío. Pequeñas gotas, minúsculas, caen en los cristales y empiezan su travesía en forma de carrera, hasta llegar al marco de la ventanilla para morir. Más allá, las personas caminan en su propio mundo, con rumbos fijos y pensamientos ajenos, con los hombros encogidos a causa del viento frío y con la respiración en forma de nubes. Todos creen saber su destino pero Doyoung piensa que no es cierto, que nadie puede tener certeza de a dónde va.

Ojalá yo lo supiera.

Suelta un suspiro que se convierte en vapor visible e intenta mantenerse al día con todo lo que el metro va dejando ver a través de la ventanilla pero el transporte va tan rápido que apenas puede imaginarse nada con detalle. Nada, aparte del clima frío y gente perdida en sus universos; nada, excepto las minúsculas gotas de lluvia que golpean el cristal.

Todavía no sabe cómo logró convencerlo Taeyong de acompañarlo al centro comercial, sabiendo que tenían que tomar el subterráneo, sabiendo que, sobretodo, tenía que salirse de la cama y ponerse algo más presentable que su pijama tres tallas más grande de lo debido. Ojalá le hubiera dicho que no. Doyoung no es un fan de moverse en absoluto, pero tenía la remota idea de que era importante, de que su amigo en serio necesitaba apoyo moral para lo que sea que fuera a hacer.

-Estoy nervioso. –Dice una voz a su lado, y no hace falta que voltee para saber que se trata del chico en cuestión.

-¿Por qué estás nervioso?

-¿Hablas en serio? ¿No me venías escuchando?

Taeyong suena indignado pero qué más puede hacer Doyoung, no tiene idea, así que sólo se encoge de hombros mientras el subterráneo se detiene bruscamente y varias personas bajan y otras suben.

-Estabas durmiendo, ¿cierto? –Doyoung asiente, todavía medio dormido y con los pensamientos amontonados. -¿Y por qué te dormiste? ¡Pudimos habernos perdido!

-Lo sé.

-¿Entonces?

-Si hay posibilidades de perdernos entonces tú no te vas a dormir, así que yo lo hago.

Doyoung apenas mueve la cabeza para ver que Taeyong está negando, sin poder creer lo que escucha.

Taeyong. Ese chico de ojos grandes y expresivos que es su mejor amigo había estado loquito por un chico que se encontraba siempre en el andén del metro, después de la escuela, "lleno de piercings y sonrisas, con nariz de botón y cabellos de estrellas", según decía él, y cuando por fin lo invitó a salir y empezaron a conocerse, lucía estúpidamente enamorado. Suerte que su amigo era correspondido, pensaba Doyoung, pero esa nueva persona que a veces se les unía ponía de los nervios a TY, y Doyoung era el que tenía que lidiar con él.

Y también tenía que acompañarlo al lugar de trabajo del susodicho.

Y sigue sin saber muy bien por qué.

-Deja de pensar tanto. –Le dice Taeyong. –Vienes conmigo porque necesito apoyo moral, ¿recuerdas?

-Debo ser el mejor de los amigos.

-Lo eres. –Afirma el chico.

Después de unos minutos en silencio, el metro se detiene otra vez y Doyoung se prepara para bajar, caminando lentamente y en medio de empujones hacia la salida. Taeyong dos pasos adelante de él.

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