Capitulo 36

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—Marissa te encargas de mi ropa— Pidió la adulta mujer a su empleada.

—Seguro mi señora— Respondió tomando la ropa que hace unas horas usaba Stephanie
—Dudo que estas manchas salgan fácilmente—
Dijo la mujer analizando los rocios rojos en la blanca blusa de su patrona.

—Oh no quise decir que la lavarás, solo bótala, asegúrate de desecharla cuidadosamente, ¿Por favor?— Dijo Stephanie viendo cómo la otra mujer se ponía dudosa y hasta asustada mientras sostenía su blusa en sus manos —Tranquila Marissa solo es un poco de jugo de arándanos— Dice la castaña despreocupada.

—Si si por supuesto? Yo me encargó— La mujer no hizo más preguntas y se retiró de la habitación principal de sus patrones.

Stephanie se dio otra ducha, lavando la suciedad de su cuerpo y los pequeños rastros de sangre en su piel, se cambió por unos pantalones jogger y una sudadera sin capucha. Si iba a pasar el resto del día en casa, quería estar cómoda. La castaña verificó la hora y decidió echar otro vistazo a Zara, entró en el cuarto con su cabello aún chorreando pequeñas gotas de agua, se acercó a la cama y pudo notar como la ojiverde se iba despertando, mientras estiraba sus brazos, la escuchó suspirar para después sentarse rápidamente en la cama.

—Buenos días— Dijo alegremente la castaña mientras Zara trataba de adecuar sus ojos a la luz del sol —Pensé que nunca ibas a despertar, ya me estaba preocupado de tener que despertarte con un beso de amor verdadero— Se río la castaña, deteniéndose a un lado de la ventana.

—Ah si? ¿Y tú que sabes de amor? No eres capaz de sentirlo— Reprochó la chica, frotándose los ojos con las manos, se sentía mareada y débil.

—Hay muchas cosas que no sabes de mi linda— Replicó la madura.

—Tienes razón, eres demasiado rara— Dijo la mujer más joven intentando ponerse de pie, cuando vio el bote naranja lleno de pastillas a su lado —¿Que es esto?— Preguntó deteniéndose la cabeza con una mano mientras que la otra sostenía el pequeño frasco.

—Son calmantes querida y por el momento son por tu bien— Específico la castaña, agitó su cabello suavemente y miró a la chica.

—Eso me recuerda.....¿Que diablos hiciste? ¿A donde fuiste esta mañana Stephanie?— Cuestionó Zara logrando ponerse de pie, mientras las especulaciones volvían a recorrer su mente. Igual que antes de que el doctor llegara y la sedara.

—Estuve aquí...todo el tiem....— Stephanie se aturdió cuando Zara alzó la voz, ferozmente interrumpiéndola.

—¡Mentira! Te dije que no podías hacer nada al respecto, no te incumbe Stephanie y sin embargo escuchaste una estúpida palabra de lo que dije  ¡no!....te vi, vi tu auto desaparecer ¿A dónde carajos fuiste?— Volvió a interrogar la joven a la mujer parada con los brazos cruzados. Sus hermosos labios coral empezaban a formarse en un puchero, hasta que logró hablar.

—Escucha Zara— Empezó la castaña tomando una profunda respiración, para calmar sus emociones saltantes en su interior, se acercó a la cama y con sus manos en los hombros de Zara la obligó a sentarse. Stephanie permaneció de pie y bajo su vista a la joven ahora agresiva y alterada—No iba a permitir que las imágenes de ti siendo abusada, acribillaran mi mente, no iba a no hacer nada, no podía no....— De pronto se le cortaron las palabras, sintió que si seguía habría más de una lágrima por derramar —Entiéndeme...— Susurro acariciando la mejilla de Zara con el pulgar. La única intención de Stephanie era protegerla. Mientras ella estuviera viva nadie le pondría una mano encima.

—¿Entenderte?— Gruño la chica enfadada, con su lindo rostro frunciéndose. Y no era para menos sus nervios la estaban destruyendo. En un suave movimiento giró su mejilla para alejarse de las caricias de la castaña.

~Enamorada De Mi Madrastra~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora