Diez de la noche

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Miras el oscuro cielo a través de tu ventana, y sientes que es lo mismo de todos los días. Que la rutina te está matando, que necesitas vivir pero no sabes cómo. Sueltas un suspiro y corres la cortina. De repente, te ha entrado un sentimiento extraño, la luna que acabas de ver esta diferente. No sabes muy bien sobre qué, pero sabes que lo está. Alumbra como todas la noches, su forma es la misma, pero no estás muy convencido de ello.

Tal vez son las estrellas que ya no la acompañan, piensas.

Y puede ser, porque hace más de diez años que no vez una. Has vivido demasiado tiempo en la ciudad y trabajas casi todo el día como para tomarte unas vacaciones, o por lo menos un día libre. Hasta deberías estar durmiendo, mañana tienes una reunión importante pero prefieres por primera vez, estar despierto hasta tarde. No sabes nada de la noche, todo ahora es nuevo para ti. Desde la luna que parece más bella con el paso de las horas, hasta los canales de televisión que, como tú piensas, se transforman en bestias feroces. Te regocijas entre tus sábanas. Pensabas pasar la noche viendo alguna serie pero ahora algo ha surgido en ti.

Ojeas tu celular para confirmar la hora. Te está empezando a dar un poco de sueño, pero prometiste desvelarte.

Diez de la noche. Nada mal, pero quieres hacer algo grandioso. Algo que tal vez te puedas arrepentir al día siguiente, pero ya qué. Hoy es tu gran día, o noche.

Buscas unas zapatillas que habían permanecido debajo de tu cama por mucho tiempo. Tanto como para llamarlas viejas, pero están como la primera vez que los compraste aunque con un poco de polvo encima. Buscas en tu armario algo... informal. Y nada, solo ropa de trabajo. Recuerdas a tus amigos, que te insistían miles de veces para ir a comprar ropa, pero tú te negabas ¿Tú excusa de siempre? El trabajo, y te apena ahora.

Todo cambia demasiado rápido.

Ahora apenas tienes cinco contactos en tu celular. Entonces recuerdas el regalo de tus padres, el que te dieron en navidad pero que no lo usas porque no es de tu gusto. Rebuscas en todo tu dormitorio y nada, esa caja olvidada hace ya mucho tiempo no aparece. Chasqueas la lengua y pasas a la siguiente habitación. Aunque dudas mucho de que esté en la sala, lo intentas.

No sabes cómo ni porqué, pero está allí, encima de tu escritorio. Y agradeces que no lo hayas regalado, estabas a punto de hacerlo. Abres la caja envuelta en papel de regalo y allí están, un jean que te parecía horrendo hace unos días, pero ahora piensas que no está nada mal, y una camiseta negra con un estampado de alguna banda que desconoces pero que seguramente escucharás después. La emoción te gana y vas corriendo a tu dormitorio para cambiarte. Te sacas el pijama y lo dejas en tu cama, para reemplazarlo por esa ropa tan juvenil. Y aun eres joven, pero te vistes como alguien de cuarenta años.

Al terminar de atarte los cordones tomas una bocanada de aire antes de salir de tu departamento. Pero antes tanteas tu bolsillo para asegurarte que llevas tu celular y billetera encima. Sacas el aparato y miras la hora introduciéndote en la noche, porque sientes que te llama suavemente.

Una de la mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora