Doce de la noche

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Estabas a punto de salir corriendo del bar, pero algo te retiene.

Ella.

Las dos chicas se sientan en las sillas del escenario, algo que no habías notado antes. Están puestas especialmente para ellas, junto con micrófono, y sabes inmediatamente que van a cantar. Estás emocionado. Se te nota en tu respirar irregular, tus gestos bruscos y en tu rostro, porque estas conteniendo un notable sonrojo en tus mejillas. Y agradeces que hayan oscurecido el lugar, sino estarías muerto de la vergüenza. Es entonces que una voz proveniente de los parlantes del lugar las presenta con gran entusiasmo.

Escuchas atentamente cada palabra dicha por ese desconocido, quieres saber todo sobre ella, pero son pocos los datos que te brindan. Two stars, repites mirándolas a cada una con detenimiento. Ese nombre les sienta demasiado bien, piensas.

La primera es una mujer alta y morena, con sus curvas bien definidas. Empieza a cantar suavemente, aun con la voz potente que posee. Lo hace bien.

¿Recuerdas el paraíso en el que vivíamos?
Ahora todo está marchito
¿Recuerdas los momentos felices?

Ahora canta la otra, una chica con el pelo castaño y demasiado alborotado envuelto en un moño. El corazón se te detiene al oír su meliflua voz recorrer cada rincón del bar, y de tu ser. Se nota que canta con pasión, sus ojos muestran un brillo especial cuando mira al público. No la puedes dejar de ver ni por un solo segundo.

Las cosas buenas desaparecen con el tiempo.
Y tú lo sabias bien
El jardín de Edén ahora es mío
Pero las flores siguen susurrando tu nombre

Harías lo que fuera para que siguiese cantando, pero no te has dado ni cuenta pero la canción ya ha terminado. Y el público estalla en ovaciones para ambas. Te traen tu pedido y lo miras detenidamente, ese color verdusco te esta fascinando.

Tomas un sorbo, disfrutando el sabor a melón que éste contiene. Es dulce, al igual a la chica que ahora se está dirigiendo a los camerinos a paso rápido. Quieres que se detenga, que se dé la vuelta y te mire a los ojos. Pero sabes que eso no va a pasar cuando ella cruza la puerta. Sueltas un suspiro, disgustado. Y para calmar ese hormigueo que sientes en el estómago, terminas tu bebida. Pides otra, y otra. Ahora ves como todo da vuelta y tu vista se va volviendo confusa.

Necesitas ir al baño, con urgencia. Tambaleas hasta llegar al baño de hombres, o es lo crees. Porque al empujar la puerta, junto a los espejos está la cantante de hace unos minutos. Bah, puede que hace muchos minutos.

—¿Sabes la... —hipas, con tus mejillas coloradas. Que desgracia la tuya. Esa tonta pregunta es lo único que se te ocurrió—. Oh, lo siento. ¿Sabes la hora?

—Doce y cincuenta.

Y una sonrisa se dibuja en su rostro, al igual que en la tuya.

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2018 ⏰

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