¿¡Conoces a ese vago!?

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De alguna manera, logró arrastrarlo hasta la entrada del departamento, donde apenas logró abrir la puerta y meterlo. La pobre chica ya venia empapada en sudor, llevar cargando a ese maldito por toda la calle, era demasiado cansado.

Al entrar a la recepción fue detenida por la voz de Julian, el portero.

─Buenas noches, señorita.

─Buenas noches, Julian. ─soltó la pobre entre jadeos por el esfuerzo que estaba haciendo.

─Veo que lleva a un hombre sobre usted.

─Un hombre ¿Cuál hombre?

─Ese que lleva cargando que huele a marihuana.

─Ah, este...no es un hombre...es familia. ─soltó con una sonrisa nerviosa. ─y no huele a marihuana, es que...lo...lo...lo orinó un zorrillo, sí, un zorrillo. ─Julian levantó una ceja, incrédulo. Sam se acercó al elevador y con la mano que tenia mas o menos libre, lo llamó.

─La orina del zorrillo no huele así, señorita.

─Es que...era un zorrillo...ammm...africano. ─el elevador llegó

─Pero señorita...

─Uff, este muchacho necesita un baño y un café, adiós Julian. ─cortó de manera tajante la conversación al prácticamente saltar dentro del elevador con el chico apestoso.

Las puertas del elevador se cerraron, dándole un enorme respiro a la muchacha.

La joven presionó el botón del piso quince, que era donde estaba su departamento.

─Estoy loca. ─suspiró. ─estoy loca, estoy loca, estoy loca ¿Cómo se me ocurrió traer a un maldito drogadicto aquí? Tess me va a matar.

Sin previo aviso el muchacho soltó algo parecido a un gruñido, provocando que Sam lo soltara y prácticamente lo aventara al mismo tiempo, el chico cayó de espaldas contra la pared, provocando que este soltara un quejido...y entonces, las puertas del elevador se abrieron en el piso ocho, dejando ver a una madre y su hijo que estaban dispuestos a tomar el ascensor.

─Mami, el muchacho huele raro. ─se quejó el pequeño. La madre los miró confundida.

─Lo siento, viene lleno. ─soltó Samay al prácticamente cerrarles las puertas en la cara. ─Ay, por Dios. ─se recargó brevemente junto al panel de control del elevador.

El elevador comenzó a moverse nuevamente.

El breve silencio fue interrumpido por el mismo muchacho que de manera dificultosa se había puesto de pie.

─No me siento bien. ─se quejó mientras se tambaleaba. Sam se acercó a este rápidamente. ─ ¿Dónde estoy?

─Tranquilo, amigo. Estarás bien. ─trató de calmarlo.

El chico castaño que realmente lucia mal, perdió el equilibrio cayendo de nuevo sobre Sam que como pudo lo detuvo al abrazarlo.

─En serio no me siento bien... ─antes de que Sam pudiera hablar o hacer algo, sintió un liquido brumoso sobre su espalda.

Aquel desgraciado le había vomitado encima.

─Que...asco. ─soltó la joven al mismo tiempo que trataba de controlar las enormes ganas de vomitar por el asco.

Casi enseguida las puertas del elevador volvieron a abrirse y esta vez, fue en el piso quince. Donde ya asqueada y cansada, la muchacha salió con aquel tipo sobre ella hacia su departamento que estaba al final del pasillo.

No dejes que el viento te venza #LDAW2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora