PROLOGO

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¿Alguna vez han deseado ser completamente libres? ¿Libres para ser ustedes mismos, sin que nadie los critique? ¿Libre de expectativas, de estándares sociales, de normas absurdas y de tener la oportunidad de ser justo lo que ustedes quieran, sin detenerse a pensar en lo que van a decir los demás? ¿Sin que les importe si son Alfas, Betas u Omegas?

Pues ese no es el caso de mi vida. Hasta es gracioso que la defina como "mi vida". Cambiemos el concepto: Esta es la historia de la vida que tengo que llevar. Trágico, ¿No?

Soy una persona de la cual siempre se ha esperado mucho. En otras palabras, soy un alfa. Creo que esto no es tan malo, es sinónimo de que las personas creen en mi; pero lo que si es realmente malo es el hecho de que se espere mucho de mí para ser completamente igual a todos los alfas del mundo.

Al ser alguien de quien se espera mucho, también se espera que mi apariencia y comportamiento sea impecable. No tengo la libertad de elegir ni el estilo, ni la ropa que uso. Ni siquiera me permiten escoger a mis amigos. Y ni se diga de una pareja. Porque, como ya se los dije, parece que mi vida no me pertenece. Le pertenece a mi padre, y al parecer, él ya la tenían planeada incluso antes de que yo naciera.

Tan critica es mi situación, que incluso mi padre casi se infarta al ver el corte de cabello que me hice (sin su consentimiento, claro). Creo que la naturaleza se equivoco al hacer que fuera hijo de alguien que hubiera referido mil veces a un omega sumiso; en lugar de un alfa.

No es que piense que mi vida es realmente mala. Al contrario, pienso que soy afortunado por tener lo que tengo, y de estar rodeado de las personas que me acompañan. Pero lo que de verdad anhelo con todo mi corazón, es ser yo mismo. Sin fingir, ni preocuparme por lo que digan; sin seguir un protocolo que anteriormente ya había establecido la sociedad. Quiero mi libertad.

No soy alguien perfecto. Al contrario, creo que estoy lejos de ser lo que todos creen que soy.

Si tuviera que definirme a mí mismo, diría que soy una alfa normal, con errores, días malos y tristezas. Y como toda persona normal, también tengo secretos. Y justamente es uno de estos secretos, los que me hacen caminar por esta acera solitaria, hacia aquel parque casi olvidado. Hacia donde posiblemente esta, una de las personas a las que más he admirado.

El frio gélido acompañado de la nieve y el silencio le da un ambiente sumamente nostálgico al lugar. Los juegos infantiles se cubren sutilmente de nieve, al igual que los arboles sin hojas. Camino lo más silenciosamente que puedo; lo último que quiero es hacer que mi ídolo se asuste y se marche.

Me acerco un poco más, pero no lo suficiente como para que el pueda notar mi presencia. Y entonces lo veo...

Ahí, sentado en los columpios, se balancea ligeramente. Su típica sudadera de animal print se cubre poco a poco por los delicados copos de nieve, pero parece no importarle. Su mirada se enfoca en el suelo, como si pensara en alguien, o en algo.

Pasan varios minutos, y el sigue en la misma posición. Ahora sin moverse. Sin inmutarse porque ya esta obscureciendo, o porque el frio se ha hecho mas fuerte. Sin percatarse de que lo he observado desde que llegó.

Y de repente, sin aviso ni anticipación, levanta su rostro, y se enfoca en el cielo azul que aún se puede ver. Sus mejillas están sonrosadas, producto del clima, y sus labios se encuentran pálidos, pero ningún gemido de dolor se escapa de ellos. De sus preciosas joyas aguamarinas caen gruesas lagrimas amargas. Una expresión triste se forma en su angelical rostro, y parece tan indefenso y débil que casi puedo afirmar que se podría romper en cualquier momento. Pero, aun así, no deja de proteger tan ferozmente entre sus brazos a un pequeño cachorrito de cabellos castaños que le sonríe dulcemente, envuelto en numerosas mantas.

Un nudo se forma en mi garganta.

"¿Por qué alguien tan precioso como él llora de forma silenciosa, en medio de este parque; completamente solo?"

Como toda persona normal, tengo secretos:

Mi secreto número uno: Adoro el patinaje sobre hielo.

Mi secreto numero dos: No me dedicaría a ser un gran intérprete de Música Clásica si de mí dependiera.

Mi secreto número tres: Llevo mucho tiempo observando a este lindo omega desde lejos.

Mi secreto número cuatro: Le he escrito muchos poemas.

Mi secreto número cinco: Creo que me he enamorado de él.

Si Tú decides Amarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora