In Articulo Mortis

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Tom sabía exactamente cuál había sido el instante en el que su vida se había ido a la mierda. No era más que recordar aquel viaje a Albania que tantas cosas le costó, y que, después de todo éste tiempo, aún seguía siendo el punto que más había influido en su vida.

Todo empezó en lo que hasta el momento, estaba siendo un día común. Paseaba por entre los árboles del frondoso bosque, esperando sentir el aura del objeto que con tanto anhelo estaba buscando. Y sintió algo distinto, algo que lo llamaba, y casi al instante, reconoció la marca mágica de Rowena Ravenclaw, junto a la magia del extraño. Porque si, había entendido que aquel embriagante poder, surgía de un humano.

No perdió el estilo ni la elegancia corriendo, él jamás haría algo como eso rebajando su nivel, pero si apresuro el paso. Tampoco dejaría que algún idiota se robara aquello por lo que tanto había pasado. 

Llegó solo un par de minutos después. Ni la persona, ni la diadema se habían movido ni un milímetro de donde los había percibido por primera vez. El joven, de cabello negro, muy, muy despeinado, de contextura delgada, y de piel más bien centrina. Estaba en una posición un tanto... peculiar, por no decir otra cosa. Se hallaba sentado en la segunda rama de un árbol medianamente alto, en cuya base había un hoyo, como si alguien se hubiera tomado el tiempo de desenterrar algo a mano, sin la necesidad de magia. -"Cosas de Muggles" supuso Tom.- Y en la mano derecha del joven, entre finos dedos bastante bien cuidados, que se movían al son de alguna balada que entonaba en voz baja, la Diadema de Rowena giraba, como si no fuese más que una simple joyería, o como si no fuera, probablemente, una de las cosas más codiciadas de todo su mundo.

¿Quién se creía ese? ¿Era más que un muggle acaso?

Los ojos verdes, como la maldición asesina, del extraño, lo miraron de reojo, y vio una sonrisa ligeramente perfilada trazarse en sus labios. 

¿Lo estaba esperando, acaso?

-Oh, joven Riddle- murmuró él con diversión, Tom no pudo evitar tensarse. Sabía su nombre- Esperaba encontrarlo por estos rumbos.

-¿Quién eres?- pregunto con más rudeza de la que pretendía en un principio, medio olvidando que era un Slytherin, y que un Slytherin nunca, bajo ninguna circunstancia, se dejaba manipular.-¿Cómo me conoces?

-¿Quién soy, Riddle? Esa es una buena pregunta, creo que no lo sé aún. ¿Tú, sabes quién eres?-Los ojos esmeralda brillaron con algo que reconoció como locura, fría y pura locura.

 -Por supuesto que sé quién soy. Mi nombre es Tom Marvolo Riddle Gaunt, descendiente directo de Isolt Sayre Gaunt, fundadora de la escuela de artes mágicas Ilvelmorny, y heredero de la noble casa de Salazar Slytherin, co fundador del colegio de magia y hechicería Hogwarts. Así que, te pregunto una vez más, por tu propia seguridad. ¿Quién eres?

Diversión que no podría considerarse sana, surcó el rostro del individuo frente a él, dándole una apariencia un tanto desquiciada.

-Si nos referimos a nombres, Me llamo Harry. O al menos así me nombraron mis padres, ¿Por qué será que los padres siempre eligen el nombre de sus hijos? Es decir, debería existir una tradición en la que los niños cambiaran sus nombres, como una manera de simbolizarse a si mismos ¿No? Ah, pero habría muchos que se llamarían: "Nathaniel-el-más-guapo", o "Reina-Isabella-la-más-bonita". ¿Verdad? Si, creo que eso sería algo estúpido, quizá cuando fueran adultos tendría más credibilidad...- 

Tom se sintió un tanto mareado ante tal despliegue de palabras sin sentido. Y luego lo comprendió, el muchacho, Harry, estaba haciendo eso para desconcertarle, para desviarlo del objetivo de su inminente interrogatorio. Quiso hablar, pero ojos verdes no se lo permitió.

-En todo caso, yo te pregunté si sabías quién eras, no, "De quién eres hijo", no quiero saber de tus padres, ni qué tan mestiza es tu sangre. Mi pregunta iba más allá de eso. Lo que yo quiero saber, Tom Marvolo Riddle Gaunt, descendiente de Isolt Sayre, y de Salazar Slytherin, es: ¿Quién es Tom Riddle? 

 El mencionado apretó los dientes, consiente de que, de no hacer algo como eso, su primitivo instinto de rabia lo llevaría a cometer un delito.

-Es alguien que te matará, Harry, si no te dejas de tus jueguitos.

Chasqueó la lengua al tiempo que movía la cabeza lentamente, de un lado a otro, en gesto de descontento, y Tom pudo observarla moverse con perturbadora claridad.

-Pensé que habíamos progresado. Pero, ¿Adivina qué?- Harry lo miró como si fuera él un niño al que estaba a punto de darle dulces- No te daré esto- La tiara dejó de bailotear entre sus dedos con un salto, y la tomó al aire con ademán dramático- Hasta que me contestes con sinceridad.

Ni milésimas de segundo habían pasado, cuando simplemente desapareció.

Y la maldición verde que Tom había lanzado, impactó de lleno con el árbol, que, ahora muerto, con rapidez se partió, desplomándose hacía un costado.

Sintió ganas de gritar de rabia e impotencia.

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No puedo terminar una historia si no empiezo una al mismo tiempo, baich.

Bel~

Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

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