Llego confundido y desorientado. Me han encargado una misión, pero aún no sé cuál es, ni porque he de cumplir la. Frente la portada de este establecimiento aterrador, resuelvo tocar el timbre como el siguiente paso de esta misión indeseada. Después de un momento de espera, el cual percibí como un siglo en el sol, alcanzo a descifrar unos pasos que se acercan lentamente hacia la puerta. Un señor mayor de estatura baja y rostro añejo abre una grieta en la puerta y me mira con una expresión de confusión que multiplico por miles mis ansias sin el pobre viejo saberlo. Me presento como el innombrable que soy y le cuento mi dilema sin falta de detalles, los cuales afortunadamente son pocos. Me permite entrar a su vivienda y cierra la puerta con una delicadeza sospechosa que me causa voltear a observar. Me dice el viejo débil, apenas tomando el aire necesario para producir las palabras que atravesaban sus labios, "Te he esperado mucho tiempo, y por fin has llegado." De manera violenta se desapareció la incertidumbre de su visaje y su expresión de resolución me espanto aún más. Continuo el señor, "Toma aquí esta cuchara y esta tetera. Sal a mi patio donde veras tierra en abundancia; tierra tan amplia que jamás te dara tiempo para atravesarle en su totalidad. Pero hoy te digo, joven, yo si he visto lo ancho y lo angosto, lo cercano y lo lejano, y lo lindo y lo feo de esa tierra. A pesar de su extensa belleza y sencillez natural, he concluido que es insuficiente para mis necesidades. Hoy estas tu en mi presencia y mis oraciones han sido contestadas. Tu deber, sin cuestionarlo ni discutir, será formar un hoyo tan grande y tan profundo que cuando caigan las lluvias del cielo sobre mi preciosa tierra se reemplace el vacío con un lago hermoso para poder disfrutarlo.
Siento que se me acelera el corazón y mi visión comienza a enturbiarse. Aun no sé porque he de cumplir esta misión, pero por lo menos se cual es. Con el alma caída, entierro en lo más profundo de mi ser la esperanza de que mi misión fuera agradable y me preparo emocionalmente para el desafío que me espera inminentemente. Salgo por la puerta de hiero que parece llevarme al exterior y me arrodillo lentamente sintiendo como la tierra mojada me mancha los pantalones. Comienzo a llenar el recipiente con la pequeña cuchara que me brindo el señor tan amable. Camino una larga distancia, pensando en el futuro cercano, y boto la tierra extraída para poder continuar excavando. Intentando volver a mi punto de inicio, caí en cuenta que el agujero que alcancé a formar era tan pequeño que jamás lo iba a encontrar. Decidí comenzar otra vez, en un punto que me pareció provechoso, esta vez marcando bien el punto para no desperdiciar el sol del día. ¡Cómo lloraban mis rodillas temblorosas cada vez que me tenía que agachar! Sin embargo, este siervo fiel procuro continuar en la misión. Cuando se acercaba el descanso del sol, sentí otra vez los mismos pasos que alguna vez escuché. El viejo enano se agacho a mi lado y me dijo, "Has trabajado fiel y consistentemente, pero es hora de cenar." Se me elevo el ánimo con un entusiasmo poderoso mientras solté el recipiente y la tierra. El viejo me miro con reproche y siguió diciendo, "Préstame aquí la cuchara pues por falta de dos, tengo una, y la necesito para el caldo de esta noche. Confió en tus habilidades y se que este contratiempo no impedirá tu trabajo."
Con el cuerpo pálido y mis sensaciones entumecidas, se me cae la cuchara de la mano involuntariamente. Por temor de irrespetar el anciano, avivo mi cuerpo fatigado y me agacho a recoger la cuchara, entregándosela en sus manos. Tendré que seguir, pues al dejar mi misión dejaría de ser. Agarro la tetera e intento canalizar la tierra con mis manos por la pequeña apertura de su cabeza. Resultó ser mucho más difícil de lo esperado y mi productividad declinó rápidamente, pero jamás contemple abandonar la misión.
La siguiente mañana el fiel sol salió, pero sin tanto fervor como el día anterior. El anciano me visito en mi labor perpetuo y se acercó a mi oído diciéndome así, "Como has avanzado en mi tiempo alejado." Agradecí sus aplausos, pero bajé la mirada y vi un hoyo tan pequeño que ni mis pies encubrían. Me tomo del hombro al ver mi desencanto y me dijo así mirándome fijamente. "El sol de hoy no quema tan fuerte como ayer, así que será necesario consumir té caliente para avivar el alma y proteger el conjunto." Ni tan siguiera parpadee a sus comentarios ilusos. Dijo, "Préstame la tetera que he de ir a prepararme una infusión sanadora. Confió en tus habilidades y sé que este contratiempo no impedirá tu trabajo." Le entregue el recipiente sin demora, tal y como estaba, asqueroso y lleno de mugre. El siguió por su camino y yo con mi misión que cada segunda se entorpecía aún más. Me voltee a contemplar otra vez este hoyo malvado el cual al paso de cada minuto deseaba mas y mas que me consumiera de una vez y por toda. Comencé a llenar mi camisa - sucia y rota – de tierra para continuar excavando este hueco, aunque fuera con la productividad mas baja posible. La montaña que se formaba en la distancia era la única motivación me justificaba el trabajo, aunque el hoyo no se profundizara.
El siguiente día vuelve el anciano y me informa que la fogata que encendió para hervir la infusión que el tan relajadamente había disfrutado, termino quemando parte de su casa y derrumbando varias estructuras. El anciano me miró y dijo desencarecidamente "Necesito arreglar mi casa lo antes posible, y soy testigo de la potencia de tus brazos fuertes." Me empecé a embullar, considerando la posibilidad de un cambio de misión. "Extiende tus brazos que los tomare como míos y los usare para completar las remodelaciones necesarias en mi hogar." Me enfurecí y consideré gritar o pelear, pero antes de que las primeras palabras pudieran escapar mis labios, el anciano me había cortado los brazos y se iba feliz.
Sorprendentemente, elanciano cruel solio voltearse en su caminar y lo alcance a oír gritar, "Confió en tus habilidades y sé que estecontratiempo no impedirá tu trabajo."