»Capítulo 1.

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19:09.

Camila llegó al motel que el cliente había pedido. Para ella, complacer al otro a cambio de dinero era lo más importante en el negocio, sin embargo, dejarlo tener el poder jamás es una opción. Ella siempre lleva el ritmo, guía los pasos, ella tiene el control de la situación.

Entró rápidamente y pidió las llaves. El cliente había llegado, no podía hacerlo esperar si quería ganar el dinero acordado.

Lentamente dejó que la llave diera vuelta en la perilla, y en un movimiento sutil y seductor, abrió la puerta al tiempo que dejaba que el peso de su cuerpo la empujara lentamente, dejándose ver por el cliente, el cual esperaba recostado en aquella cama.

—Vaya, vaya, has aparecido.— Susurró aquel joven, que, por supuesto, se veía menor de lo que había dicho anteriormente. A Camila le causó cierto tipo de intriga el saber si un joven podría superar a aquellos experimentados hombres que la han dejado fascinada.

—Bien, tu tiempo corre.— Anunció Camila al dejar caer el vestido que cubría su magnífico cuerpo.

Los ojos del joven se encendieron en el primer instante que tuvo aquella vista, y recorrieron cada parte del cuerpo de Camila sin ninguna vergüenza.

—¿Así que por esto son los precios tan altos? No me quejo en lo absoluto.— Preguntó el chico mientras lentamente se acercaba a Camila, deshaciéndose de su camisa y dejándola en el suelo de un lado.

Comenzó a tocar las caderas de la chica de ojos cafés, acercándola cada vez más a su cuerpo, guardando en su memoria el dulce aroma que su cuello llevaba.

Subió la cara hasta estar frente a frente, conectando sus ojos y dejando que sus miradas hablasen. El joven se inclinó, intentando besar a Camila, a lo cual, ella reposó su mano sobre sus labios, evitando que el beso se produjera y alejando con ésta la cara del chico.

—Lo siento, no puedes besarme.

—¿Ni siquiera porque he pagado demasiado por esto?— Preguntó él, intentando acercarse nuevamente.

—Reglas son reglas. Mi cuerpo es tuyo durante las próximas 3 horas, pero mis labios deben quedar intactos. Ahora deja de hablar y actuar como un novato, me tienes, ahora aprovéchalo.

Sin siquiera avisar, Camila empujó al chico, provocando que éste cayera de espaldas sobre la cama, mientras ella se sentaba en sus piernas, encima del pantalón, desabrochándolo con una increíble habilidad.

El chico actuó rápidamente, atrapando ambas manos de la chica en unas esposas, llevándolas hasta una de las esquinas de la cama, dejándola completamente inmóvil.

—Te he comentado anteriormente que por esto debes pagar más, y es un servicio que no estoy dispuesta a ofrecerte, así que termina con esto ya, quítalas.

—Oh, no, no lo haré, ahora eres mía.

El chico terminó de desnudarse por completo, haciendo oídos sordos a las peticiones de Camila por dejarla ir.

Sus piernas todavía quedaban libres, y fue algo que alertó al joven, así que las detuvo con fuerza, mientras terminaba de retirar la ropa interior de Camila y comenzaba a tocarla.

—Vamos, para esto.— Suplicaba Camila, intentando no sonar completamente desesperada.

Sin un aviso previo, el joven comenzó a penetrar a Camila, lastimándola en cada lugar posible.

La chica de ojos cafés temió por un momento, pero ahí estaba el preservativo, al menos una preocupación descartada.

El chico comenzó a actuar con mayor intensidad, creyendo que, al menos, estaría excitando a su víctima, lo cual, en ningún momento fue así.

Camila gritaba, intentaba llamar la atención de alguien, sin embargo, no lograba formular ni una sola palabra.

Tres años trabajando en esto y por primera vez, perdió el control, no pudo manejar la situación, por primera vez, fue una víctima de su propio juego.

—¿No te he avergonzado lo suficiente?— Una sonrisa satisfactoria se asomaba en la maldita y atractiva cara de ese chico, mientras retiraba el preservativo y lo dejaba sobre el cuerpo de Camila.

Comenzó a practicar un acto de masturbación, logrando que después de unos cuantos segundos, se corriera en la cara de la chica.

—Prostitutas como tú no deberían ni siquiera existir. Búscate un trabajo digno, y agradece que no terminé con tu vida.

21:34

Camila se había quedado recostada en aquella cama. Ya no había esposas que la detuvieran, sólo el peso de la vergüenza.

Miró alrededor. El dinero lo había dejado sobre el pequeño buró.

Rápidamente se vistió, teniendo dificultades para caminar. Ese maldito cabrón había lastimado a Camila.

Salió del motel y se dirigió al pequeño departamento que había comprado, donde vivía con Dinah, su mejor amiga.

22:17.

"Avaricia. Lujuria. Sed de poder. Si los tienes de rehenes, tomarán acciones contra ti."

«She Loves Control» Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora